Publicado en El Norte de Castilla el 6 de abril de 2012

En estos tiempos de confusión, pesimismo y desesperanza muy pocas cosas pueden salvarnos. En realidad, hace tiempo que nos dejaron solos. Nos agarramos con todas nuestras fuerzas a lo que podemos. Cada uno busca su particular tierra de sueños y esperanzas. Las cruces por encima de la Colina del Calvario dejan rastros de sangre en cuchillos de plata. Springsteen nos lo susurra al oído. Donde una vez tuvimos fe, ahora solo hay dudas. Te quitan todo, te lo están quitando todo. Se nota que el Boss está cabreado. Muy cabreado. Se acabó la época luminosamente esperanzadora del anterior disco. En este recién alumbrado “Wrecking ball”, Bruce golpea sin misericordia, a ritmo de rock, con pinceladas de folk dylaniano y aires irlandeses, a todos los codiciosos ladrones cuyos crímenes han quedado ahora impunes (¿estaría pensando en la amnistía fiscal rajoniana?), a todos los peces gordos que no paran de frotarse las manos mientras el mundo entero se derrumba, a todos los buitres que han picoteado nuestros huesos, a los que han traído la ruina a nuestras ciudades, han destruido a nuestras familias y nos han quitado las casas. Letras con imaginería bíblica y mucha rabia atraviesan las once canciones de este vía crucis en clave de rock con olor a gasolina y a sedición. Porque la indignación siempre será mejor que la mansedumbre. Y puesto que en la colina del banquero la fiesta no para de crecer mientras el pueblo sigue encadenado y demacrado, Springsteen quiere que todo el mundo se rebele. Bruce tiene un revólver del calibre 38 y tiene un fuego del infierno ardiendo en su interior. Bruce nos pide derribar a la vieja y corrupta dama con nuestra bola de demolición. Bruce nos pide que subamos a su tren de esperanza, allí donde van santos y pecadores, putas y tahúres, almas perdidas cuya fe será recompensada, un tren que nos llevará a un sitio donde los sueños no serán desbaratados. Y si la ballena de Jonás nos engulle, si la ballena de Moby Dick nos deja paralizados por el miedo, siempre estará este viejo juglar del rock para llevar el fuego y encender la chispa. Bendito sea.