Publicado en El Norte de Castilla el 1 de junio de 2012
Al maestro Krahe le acusan de un presunto delito contra los sentimientos religiosos. Le han sentado en el banquillo. Los sentimentalmente ofendidos se quejan de la exhibición de un vídeo pecaminoso que, sin embargo, exhiben desvergonzadamente en sus programas made in Inquisición para demostrar que hay que llevar a la hoguera al cantautor. El maestro Krahe no sale de su asombro: “Se me acusa de una serie de cosas que no he hecho. Yo no he salido en televisión cocinando un Cristo, ni aparezco en las imágenes ni las he exhibido, no tengo mano en televisión. Proceden de una película que se hizo sobre mí”. Por cierto, un corto de 1977 que se exhibió fragmentariamente y como telón de fondo en un programa de Canal Plus en 2004. A todos los chorizos les prescriben los delitos pero al maestro Krahe le cae encima todo el peso de la ley (divina). Al maestro Krahe le juzgan por atacar los sentimientos religiosos mientras que a ladrones encorbatados se les premia con jubilaciones porno-millonarias. Poco a poco regresamos a la Edad Media (pero con internet). El maestro Krahe, aturdido por la imbecilidad reinante, insiste en que seguirá haciendo canciones sobre la Iglesia, aunque siempre ha escrito más sobre chicas que sobre temas religiosos, como una media de “nueve sobre chicas y una sobre la Iglesia”. El maestro Krahe tiene un póster de Larra y le tricota un jersey a la cruz de la tumba de Hemingway, el maestro Krahe sigue cantando al Asno de Rotterdam que elogiaba a los locos de atar, el maestro Krahe es Borges o bailable, es montesco y caballero de la mano en el lecho, el maestro Krahe viste de gozos y luces, baila el vals del perdón mientras tose y canta, nos regala versos de tornillo y deconstruye el mundo con ironía, surrealismo y humor. Es, además, cinturón negro de karaoke y sus canciones actúan como verdaderas vacunas contra la estupidez. Te puede gustar más o menos y parecer o no de mal gusto, aunque estaremos todos de acuerdo en que robar niños, la pedofilia o apoyar a dictadores es de mucho peor gusto. En fin, maestro, perdónales porque no saben lo que hacen.