“Cuando Alex terminó el cigarrillo la besé con todas mis fuerzas. Quise comerme toda la nicotina que se había tragado durante toda su vida. La miré a los ojos y vi el puto santo grial”.
El murciélago y el infierno (pág.72), amazon.es
Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón.
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