Publicado en El Norte de Castilla el 7 de diciembre de 2012
Modo irónico ON: desde luego somos un país lleno de envidiosos y de perroflautas mileuristas. Han pillado al ex presidente de la CEOE con una cantidad ridícula de dinero y un kilo de oro y parece que se acaba el mundo. ¿Es que ya no podemos tener dinero en casa? El bueno de Díaz Ferrán, un empresario patriota, un ejemplo de la Marca España, un hombre siempre preocupado por sus empleados, ha hecho lo que hacemos todos: no fiarse de los bancos y tener en casa algo de efectivo para pagar el butano. ¿Quién no tiene un lingote de oro como pisapapeles? ¿Y los 150.000 euros? Como diría el gran Leo Harlem, eso te lo has gastado tú en mariscadas con cuatro golfas que no conocías de nada. Menos mal que tenemos gobiernos verdaderamente preocupados en salvar la honra de nuestros patriotas con indultos a la carta.
Modo irónico OFF: que ya se veía venir, que si la avaricia de los asquerosos, que si la economía de pillaje. Hablamos del tipo que dice que Esperanza Aguirre es cojonuda, que hay que trabajar más y cobrar menos, que la mejor empresa pública es la que no existe, que es imposible que un español cobre quince años de pensión, que los ERE no deben necesitar la autorización previa de la Administración, que él no viajaría en aviones de su propia empresa. Un angelito, vaya. De los de la puerta de atrás. De los que dejan en la calle a sus trabajadores, se declara insolvente y se harta de langosta y Vega Sicilia en su yate. Ahora le acusan de tejer un plan deliberado para ocultar bienes y eludir deudas, de “regalar” compañías de patrimonios multimillonarios. A sus socios “liquidadores” de la cueva de Ali Babá les han pillado todavía con más pasta. Y todos estos fulanos, vitoreados por políticos casposos y periodistas de ultracentro, son los que nos repiten día y noche que la causa de esta crisis es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Todos sabemos, sin embargo, que lo único que hemos hecho por encima de nuestras posibilidades es salvar bancos. Y también soportar estoicamente la catadura moral de ciertos personajes.