Publicado en El Norte de Castilla el 14 de diciembre de 2012

A Javier Bardem le acaban de nominar en los prestigiosos Critic’s Choice por su portentosa interpretación en el último 007, un Raoul Silva al que ya han bautizado como el mejor villano de la saga 007. Los piropos no cesan para una composición portentosa y perturbadora, la de un villano de pelo rubio teñido y rostro picassiano, una especie de ángel caído hortera y afeminado que sirve de inquietante contrapunto al elegante galán James Bond. Bardem parece haberse especializado en malvados de pelos imposibles. Todos recordamos al despiadado asesino de “No es país para viejos”, un villano a la altura de Hannibal Lecter, Vito Corleone, Norman Bates, Darth Vader, El Joker. Bardem tiene ya su estrella en el Paseo de la Fama, un Oscar, cinco Goyas, un Globo de Oro, el premio de Cannes, una copa Volpi…. La lista es interminable.

Estamos en el año 2012. Todo el mundo ha caído rendido a los pies de Bardem… ¿Todo el mundo? ¡No! La Brunete mediática poblada por irreductibles telepredicadores de la derechona resiste todavía las “frivolidades del millonario residente en Miami”. Hace bien poco la derecha cavernícola se despachó a gusto contra Bardem con una retahíla de insultos y descalificaciones entre los que resultaban muy llamativos aquellos que ninguneaban su trabajo. “Pero éste ¿quién es?, ¿quién le conoce?” decían unos avinagrados contertulios a los que probablemente no les conoce ni su familia. Y como a Bardem no pueden acusarle de ser un subvencionado, le acusan de ser millonario y de izquierdas utilizando por enésima vez ese mantra nazi de repetir constantemente la majadería de que un millonario no puede luchar por la justicia social, la estupidez repetida hasta la náusea de que la gente de izquierdas tiene que vivir bajo el puente para poder proclamar sus ideas. “Este subnormal ha dicho que los villanos son los políticos que rescatan a la banca”, dijo de él un diputado bilioso al que parecía que Bardem le había robado la novia. Todos sabemos, en fin, quiénes son los auténticos villanos de esta farsa. Y no palpitan a 24 fotogramas por segundo.