Publicado en “La sombra del Ciprés”, suplemento literario de “El Norte de Castilla” el 9 de marzo de 2013

Con “Peores maneras de morir” González Ledesma nos regala el último Méndez. Treinta años después de debutar en “Expediente Barcelona” el entrañable Méndez se despide. Lo imaginábamos. Hace cuatro años, el autor adelantaba que su siguiente novela sería el último Méndez y sería “más sentimental que nunca”. En la Navidad de 2010 concluyó la primera versión. Días después, Paco Ledesma sufrió un ictus que le ató a un hospital durante cuatro meses. Bastante tiempo después recordó la novela que aguardaba en un cajón. Junto a su hija comenzó las labores de corrección. Lo que para Silver Kane, el pistolero que escribía más rápido que su sombra, hubiese significado una semana de trabajo, se alargó durante muchos meses. El resultado, sin embargo, ya está en nuestras manos. Causa tristeza leer el último Méndez. Por supuesto, tal y como adelantó el autor, el más sentimental y melancólico de todos. Un Méndez que se demora en bares minúsculos de una sola mesa, un solo cliente y una sola botella, bares donde se sirven copas para los que quieren beber unas gotas de tiempo y olvido. El mismo Méndez que a veces cree en la gente y nunca cree en la ley. Ahora se enfrenta a una peligrosa trama internacional de trata de blancas que tiene la poderosa virtud de encabronarle, porque si algo no perdona nuestro policía-poeta es que a una persona joven le asesinen la esperanza. Por eso, desde su poesía desengañada que le regala la calle y las paredes que hablan, observa casi con satisfacción en esta aventura crepuscular cómo las víctimas se convierten en verdugos. Todos sabemos que cuanto más cruel es el mundo más falta nos hace la mentira de un poeta. Y sí, efectivamente, antes de leer la última frase de la novela ya estamos echando de menos a Méndez.