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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

53 SEGUNDOS

Publicado en El Norte de Castilla el 12 de abril de 2013

Nene, para ser árbitro de fútbol tienes que tener apellidos raritos. Ya sabes: Urízar Azpitarte, Brito Arceo, Undiano Mallenco, Ansuátegui Roca, Urrestarazo Elordi, Andradas Asurmendi, Teixiera Vitienes. ¿Dónde vas, alma de dios, apellidándote Hernández Hernández? Todo el mundo, a estas alturas, conoce la última porquería que enfanga al fútbol español. Ya saben, aquello de que el árbitro pita un fuera de banda a favor del Valladolid en el último suspiro de un partido y un jugador del equipo contrario hace lo que se le pone en las pelotas ante la indiferencia del árbitro y el asombro de los pucelanos. En los 53 segundos restantes, con los blanquivioletas fuera de sitio por la surrealista circunstancia, el Valencia marca el gol de la victoria. Y lo peor estaba por llegar. Encima del robo se ríen en tu cara. Les explicas que el Valladolid pide repetir los 53 segundos finales por un error técnico (no un error de interpretación del árbitro) y te salen con anormalidades sonrojantes. No pillan el matiz ni haciéndoles un croquis. Después el Comité Técnico de Árbitros (en plan gañán corporativista) considera que no hubo fallo técnico en la decisión del árbitro porque cree que cambió de opinión después de que el asistente (en la otra punta del estadio) le dijese algo por el pinganillo. Lo malo para estos sucios mentirosos es que el vídeo desmonta el asqueroso embuste. Y luego está la habitual mamarrachada de que el fútbol es para listos y no para pardillos (con los jugadores del Valencia pavoneándose de su picardía). ¡Se elogian las pillerías y se cachondean del que juega limpio! Luego nos quejamos de que vivimos en un país corrupto. El remate lo pone el Comité de Competición desestimando el recurso aunque, en el colmo de la tomadura de pelo, dando la razón al Valladolid. ¿Alguien se ha parado a pensar qué habría sucedido si el perjudicado hubiese sido el Madrid o el Barça? El futbol está manchado, está podrido, está adulterado. Esto sólo pasa en el país de los tramposos. 53 segundos es la diferencia que hay entre dignidad e indignidad. Todos sabíamos que ganaría la indignidad.

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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