Fabrot, asesino y violador, es decapitado. Semanas después, Frank Latimer aparece en las afueras de París para hacerse cargo de un castillo que ha ganado en una apuesta.
El castillo y toda la zona es silenciosa y tétrica. Nada más llegar aparece ahorcada una de las dos hijas del antiguo dueño. Ketty Russell, la otra hija, descubre una mirada inquietante en Frank Fisher. Pronto conoceremos que Latimer y Fabrot eran amigos y que el primero recibió un ojo del segundo cuando Fabrot supo que iba a ser ajusticiado. A partir de este momento, comienzan a suceder cosas muy extrañas: hay una nueva muerte en el castillo y Latimer empieza a hacer cosas que sólo Fabrot sabía hacer: reparar un reloj antiguo, abrir la puerta para subir a la torre, saber dónde se escondía una llave perdida desde hacía dos años…. Además, para rematar el despropósito folletinesco, nos enteramos de que Fabrot había estado prometido a la hermana de Ketty y, al ser rechazado, había jurado asesinar a las dos hermanas….
Ketty está convencida de que el alma de Fabrot tiene poseído a Latimer a través del ojo que le trasplantaron… Historia que bascula por las lindes del terror hasta que casi al final aparece el Silver Kane capaz de soprenderte con un giro de los acontecimientos auténticamente magistral.