Publicado en El Norte de Castilla el 21 de junio de 2013

Cada día sube el nivel de monstruosidad y ya estamos inmersos en una auténtica carrera para ver quién suelta la mayor burrada. El eructo de la semana ha vuelto a salir de uno de los caciques de la CEOE. Ahora estos insaciables mercaderes critican los cuatro días de permiso que por defunción de un familiar tienen los trabajadores y proponen penalizarlos si acumulan más de cuatro bajas en el mismo año. A estos hijos de Díaz Ferrán no les falta razón. ¿Qué es eso de morirse un miércoles? Lo lógico es que tu mujer o tu hijo se muera el fin de semana. No tienen consideración. Los obreros son tan vagos que son capaces de morirse para no ir a trabajar. “El Estatuto de los Trabajadores se hizo pensando que los viajes se hacen en diligencia”, dicen sin ruborizarse. A esa época desean llevarnos. Poco a poco lo están consiguiendo. En algunos sitios, sin embargo, la gente más concienciada contra los abusos del poder se lanza a la calle. El último ejemplo lo tenemos en la plaza Taskim. Erdogan disuelve a sangre y fuego las protestas mientras detiene a personas por escribir twits “provocativos” con la indecente excusa de que un mensaje en twitter puede ser “mucho más peligroso que un coche bomba”. Los jóvenes turcos han comprendido que la revolución permanente es una enfermedad incurable y que no les podrán parar ni con gases lacrimógenos: “No necesitamos gases lacrimógenos, somos gente sentimental”. Van un poco más allá que los descafeinados chicos del 15M. Hace casi dos siglos Delacroix pintó “La libertad guiando al pueblo”, una fotografía eterna de los miserables echándole casta y huevos. Ahora las redes sociales han difundido una imagen que está dando la vuelta al mundo, la de una joven turca guiando al pueblo: Delacroix viajando por los callejones de bits. La democracia no consiste en votar cada cuatro años y dejar que los gobernantes se vuelvan dioses impunes a los que nadie puede, siquiera, reprobar sus aberrantes decisiones. Las protestas ciudadanas se extienden por todo el mundo. Los gobiernos represores señalan al pueblo como enemigo. No se dan cuenta de que el pueblo está teniendo una paciencia infinita.