Publicado en El Norte de Castilla el 20 de septiembre de 2013
Entre que Felipe Juan Froilán de Marichalar vuelve a suspender 2º de la ESO y que, como siempre por estas fechas, la España troglodita nos avergüenza con la salvajada del Toro de la Vega, algunos estamos más cabreados que un cartero buscando Barrio Sésamo. Menos mal que en estos días también se conceden los premios IgNobel para alegrarnos un poquito la semana y arrancarnos una sonrisa. Por ejemplo, el de Psicología de este año ha ido a un trabajo que confirma, experimentalmente, que la gente que cree que está borracha también piensa que es atractiva o el de Salud Pública por un apasionante trabajo que desvela las técnicas médicas que hay que seguir en caso de una epidemia de amputaciones de penes en Siam (excepto en el caso de que el pene haya sido comido parcialmente por un pato). También nos congratula saber que en otros sitios no se desfogan torturando a un animal sino discutiendo sobre Kant. La cosa ha sucedido en Rusia. Allí dos tipos, al parecer pelín achispados, comenzaron a discutir en un bar sobre Kant. Lo normal, vamos. El caso es que la discusión se les fue de las manos, y como de la filosofía kantiana a la kafkiana va un paso, uno de ellos terminó en el hospital tras ser tiroteado por el otro con una pistola de balas de goma. La verdad es que Kant es tan complicado de entender que no es de extrañar que la gente acabe a tiros. Que si el imperativo categórico, que si las antinomias de la razón pura, que si la unidad trascendental del yo está fuera de la representación categorial, que si te digo yo que no, que tú no me tocas la Crítica de la Razón Pura, que como me refutes la Analítica trascendental te suelto dos yoyas. Y es que, ¿a quién no le revientan las pelotas los jodidos idealistas?, ¿qué mejor crítica de la razón pura que perder la razón y liarse a tiros? Con Kant no se bromea. Al menos en Rusia. De hecho, en muchas familias está completamente prohibido hablar de política, de fútbol y de Kant. Aquí la peña se puede partir la cara por el fútbol y por la política pero con Kant no hay problema. Salvo, eso sí, que así se llame el próximo galáctico que fiche Florentino para el Real Madrid.