Publicado en El Norte de Castilla el 20 de diciembre de 2013
Dice Campanella que se une al grueso del pueblo que no soporta que le vomiten encima. Tal vez el director argentino no se haya enterado de que los que mandan, además de vomitarte encima, tienen previsto darte gratis un repaso de lavandería en toda regla. Él tiene que saber bien lo que eso significa ya que los cañones de agua que la policía utilizaba contra los manifestantes se convirtieron en el símbolo más conocido de la represión en las dictaduras sudamericanas. Ahora, al ínclito Fernández Díaz, ministro de Interior, se le ha ocurrido la genialidad de comprar (por apenas medio millón de euros) un camión con cañón de agua contra manifestantes ya que, de acuerdo a su muy casposa interpretación, es “el vehículo ideal para acometer el control de masas” que necesita el gobierno para garantizar la seguridad debido a la “actual dinámica social”. Se le podría contestar de muchas formas al tipo que sostiene que las cuchillas de Melilla son disuasorias y sólo causan heridas superficiales. Por ejemplo que eso es típico de países represores en vez de educadores (quitar dinero de educación para gastarlo en represión) o que la propia policía los desaconseja por poco operativos y peligrosos (los chorros a altas presiones pueden causar serios daños) o, en fin, que hablamos de ocho mil manifestaciones al año y sólo algún altercado en un 4% de ellas. Cada vez parece más evidente que les encanta provocar y que pretenden echarnos un pulso. Más multas con la Ley de Seguridad Ciudadana, endurecimiento del Código Penal y ahora camioncitos para la represión. Esto en el fondo nos lleva a épocas pasadas que muchos hemos vivido. ¿Quién ha pulsado el botón de la máquina del tiempo? ¿A qué etapa negra del pasado recuerda esto? Para ellos el calendario va en sentido contrario. Ahora andamos por 1975. Se gastan en esto medio millón (80 millones de pesetas ya que hemos viajado en el tiempo) y aún tenemos que agradecer que no se hayan enterado de que una metralleta en lo alto de un antidisturbios también puede acabar con las manifestaciones. Y mejor no decir más porque tal vez me multen.