Publicado en El Norte de Castilla el 10 de enero de 2014
Ya lo han conseguido: el miércoles apagó las lámparas de sus proyectores el cine Roxy. Hace unos dos años nos amenazaron. Nos dijeron que un casino iba a sustituir a nuestro templo de los sueños. No nos lo terminábamos de creer. Ahora ya es definitivo. El cine más emblemático y antiguo de la ciudad echa el cierre. Fue en el año 1936 cuando los hermanos Lafuente construyeron un precioso edificio de portada art decó con el nombre de Roxy, en homenaje a un cine de Nueva York considerado el mejor del mundo. Desde entonces, el Roxy se convirtió en un emblema cultural de la ciudad, sorteando todas las zancadillas y todos los problemas que fueron surgiendo: desde la estúpida censura franquista que les obligó a cambiar de nombre durante unos años por estar prohibido utilizar anglicismos (lo solucionaron cuando uno de los dueños convenció a los cretinos censores de que Roxy hacía referencia a una dama de alta alcurnia) hasta los problemas ocasionados por el aumento de canales de televisión, por la llegada del vídeo doméstico y después por la de Internet o la última puñalada de la subida del IVA. Por el medio, el Roxy protagonizó la edad de oro del cinematógrafo, cuando el acudir al cine era un auténtico acontecimiento social, con larguísimas colas para conseguir las entradas, con un amplísimo y modernista patio de butacas abarrotado en todas las sesiones (igual que su anfiteatro superior), con los entrañables “pastillas” que con su cesta colgando nos vendían caramelos, chicles o patatas fritas, con los programas dobles y con la magia saliéndonos al encuentro todos los días. Nos queda eso. Un trocito de nosotros que se nos va, que nos arrebatan: los besos que nos dimos, las manos entrelazadas, las entradas guardadas de recuerdo en las páginas de algún libro, las películas que vimos juntos y las que ya no veremos. Es tristísimo. La cultura se va a la mierda y con ella nuestros sueños e ilusiones. Van a sustituir al Roxy por un casino. Como el Roxy de Barcelona al que cantó Serrat y que fue remplazado por un banco. También aquí sobre las ruinas del Roxy jugará al palé el capital. Paren el tren que me bajo.