Publicado en El Norte de Castilla el 17 de enero de 2014
Pues sí: los del Consejo de Estado saben sumar. Se han puesto a ello y han llegado a la conclusión de que el copago que proponía Ana Mato no iba a suponer ningún ahorro: lo que costaría poner en marcha un sistema de cobro a los pacientes podría ser incluso mayor que lo que se recaudase. Todos pensamos que esas cuentas deberían haberlas hecho antes en el Ministerio salvo que tras esa aparente falta de saber sumar se esconda algo más mezquino: lo que está pasando con política sanitaria en la Comunidad de Madrid, con ex consejeros imputados por prevaricación en la privatización sanitaria, nos hace pensar mal. Y es que a muchos todo lo que tiene que ver con la degradación de la Sanidad española y la obsesión que les ha entrado a algunos con cargarse un sistema que era envidiado por todos los países del mundo nos resulta vomitivo.
La noticia ahora es que Mato cede a las presiones y no aplicará nuevos copagos sanitarios ni en prótesis, ni en tratamientos de dietas ni en ambulancias no urgentes. Mantiene, eso sí, el copago en farmacia hospitalaria aunque todas las Comunidades, incluidas las del PP, se han rebelado ya que (estos también han hecho sus cuentas) para aplicarlo se generaría más gasto que ingresos, sin contar con que éticamente es indecente. Con la excusa de la crisis este gobierno ha tomado muchas decisiones miserables. Una de las peores es este sistema de copago porque a muchos no les llega el dinero siquiera para acceder a sus medicinas diarias o para desplazarse a un hospital. Tal vez la ministra de la cosa pensase, cuando se le ocurrió la feliz idea, que los traslados en ambulancia se hacían en Jaguar. Y es que no se puede ser ministra de Sanidad y llamarse Mato. Al menos, da mal rollo. Ahora nos enteramos de que no sabe sumar y cada medida que propone genera más gasto que ahorro. Al parecer, ya en su momento, cuando le regalaban confeti para sus fiestas también le salía por un ojo de la cara el pagar a alguien para recogerlo. La culpa es nuestra: poco podemos esperar de una ministra que no sabe si en el garaje tiene un Seat Panda o un Jaguar.