Publicado en El Norte de Castilla el 14 de febrero de 2014

Cada día que pasa añoramos más a Berlanga. El genio valenciano se habría puesto las botas con los argumentos que les ofrecen, día sí y día también, nuestros queridos políticos. Por ejemplo la estrambótica noticia de que “el Bigotes” intentó vender a la Iglesia una partida de segways, ya saben esa especie de patinete electrónico tan de moda en algunas grandes ciudades para desplazarse. Todo ocurrió durante el V Encuentro Mundial de la Familia. Valencia esperaba la visita de millón y medio de peregrinos y el cachondo de “el Bigotes” pensó que los monaguillos y los sacerdotes que acompañaban al Papa podrían desplazarse por la ciudad en segway. ¡Un iluminado el tío! Menos mal que nos queda el humor: el grito ciudadano de descontento transformado en ironía: el humor convertido en risa amarga, en válvula de escape. Tal vez sólo nos quede eso: reírnos de ellos. Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen les pierden el respeto. ¿Qué se puede hacer cuando te hablan del finiquito diferido? ¿Escuchar a la concejala del PP de Calasparra hablar del aborto también es humor? “La hija del rey se hace pasar por idiota”, es el titular de un periódico francés. Bueno, ella es tonta y se casó con uno que se pasó de listo. Al fin y al cabo el “no sé, no me acuerdo” queda casi mejor que aquello de “todo es mentira salvo alguna cosa que es verdad”. ¡Viva el festival del humor! Al escenario pueden subir Esperanza Aguirre y sus problemas para llegar a fin de mes, los miembros y miembras de Bibiana Aído y Ana Botella tomándose una relaxing cup of café con leche. También la que decía que las familias necesitadas se gastan el dinero en teles de plasma y el que grita ¡Viva Honduras!. El rey sostiene que “la ley es igual para todos”, en TVE emiten un reportaje en el que se recomienda a los desempleados que recen para disminuir la ansiedad y a algunos les crece un Jaguar en el garaje. En fin, ya se sabe que los políticos y los pañales tienen una cosa en común: a ambos hay que cambiarlos a menudo y por el mismo motivo. Chistes de política para una política de chiste.