Publicado en El Norte de Castilla el 21 de febrero de 2014
Dicen que algunas canciones, cuando cerramos los ojos, se convierten en personas. Nos ocurre a todos. Pero, ¿qué sucede cuando la música proviene directamente del infierno? Si alguien sabía lo que se cocía allí abajo era El Bosco, un pintor que probablemente se asomó a otros mundos, al menos eso parece cuando contemplamos “El Jardín de las Delicias”, un cuadro prodigioso que encierra cientos de historias. Ahora conocemos la última: El Bosco escondió una partitura en el culo de un pecador. De hecho ya la han transcrito (de notación mensural a notación moderna), la han introducido en un secuenciador y han generado una melodía de piano. ¡Habemus la BSO del infierno! Algunos dicen que la melodía suena como el culo, otros que ganaría mucho interpretada por una banda heavy y los más sostienen que, en todo caso, suena mejor que Justin Bieber. Lo importante, más allá de que la melodía te guste o no, es lo que se esconde detrás. Nos pone lo enigmático, lo que nos abre las puertas a lo desconocido. Hace 25 años David Lynch nos regaló un universo misterioso centrado todo él en un pueblecito, Twin Peaks, repleto de simbolismos, de dualidades extrañas, de mundos paralelos, de pesadillas y de pasteles de cereza homicidas. La mujer del leño encendiendo y apagando las luces, la Habitación Roja, el agente Cooper obsesionado con los cafés, las tartas y los donuts (y con la pequeña grabadora siempre en la mano), el enano bailando, los abetos Douglas, la tuerta desquiciada con las cortinas, las preciosas chicas “twin peaks”, las canciones en el Roadhouse, Audrey y sus eróticos bailes, el policía patoso que llora, Ronette Pulaski andando por las vías del tren, el tono azulado, frío y lleno de misterio del cuerpo de Laura Palmer al retirarle el plástico que la cubre, los extraños secretos de todo un pueblo…. Todo sucedía en marzo de 1989 y, en el último capítulo, Laura Palmer se aparecía en un sueño al agente Cooper y le decía que volverían a verse 25 años después. Está a punto de llegar el momento y saber si se cumple la profecía. No estaría mal que encargasen la banda sonora a El Bosco.