“Negroponte extendió los brazos y agarró por los hombros a los dos ministros.
— Llegó la hora del cambio….
— ¿Qué ocurre? Esto es un atentado. No lo podemos permitir. ¿Qué intentas?—preguntó Lacombe.
— Soy Jesucristo entre los ladrones—exclamó un Negroponte excitado, exagerando sus brazos en cruz-. ¿Sabéis ya quién es el ladrón bueno y quién es el ladrón malo?”.
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