Publicado en El Norte de Castilla el 25 de abril de 2014
Otro 23 de abril más. Otro Día del Libro más. Otra ocasión para reivindicar la patria de la imaginación en mitad de los tiempos del cólera. Apenas seis días después de que Gabo volase para siempre a Macondo y de que nos dejase con las memorias de mis putas tristes y sin nadie ya que le escriba al Coronel. No hay tiempo que perder. Coged el tren que os llevará al País de Nunca Jamás con paradas en Arkham, Vetusta, Gotham Yoknapatawpha e Invernalia. Lo tenéis fácil, al otro lado del espejo están Frankenstein, Oliver Twist y Gandalf; Sherlock Holmes, Hamlet y Dorian Grey; Elizabeth Bennet, D’Artagnan y Lolita; el Principito, la Celestina y el fantasma de la Ópera. Andan todos ellos estos días alrededor de Aureliano Buendía, Úrsula Iguarán, Nena Daconte y Florentino Ariza. Para cualquier tipo de sintomatología la medicación es evidente. Además de asequible, sencilla y sin contraindicaciones. Leer, leer y leer. Dejaros atrapar por la fuerza de los abismos. Leed a Edgar Allan Poe. A Borges. A Stevenson. A Francisco González Ledesma. A Valle Inclán. A Harry Stephen Keeler. A James Ellroy. Y, por supuesto, más abismos insondables. Leed a Alan Moore. A Vargas Llosa. A Raymond Chandler. A Jane Austen. A Paco Ignacio Taibo II. A Leonard Cohen. A Perec. A Homero. Y, luego, regresad a casa si podéis. Habréis aprendido que está prohibido suicidarse en primavera, que los árboles mueren de pie, que existen tranvías llamados Deseo, que París fue una fiesta, que los tipos duros no bailan, que los peces de colores tocan el violín, que la eternidad comienza un lunes, que los androides sueñan con ovejas eléctricas y que se puede dar la vuelta al día en ochenta mundos. Todo ello tras miraros en el espejo, doctor Jekyll, señor Hyde y, Cervantes on the rocks mediante, sobrevivir a vuestra locura, creer siempre en los cuentos de hadas, protagonizar todos los sueños del mundo, pensar en ella en todas las batallas y acabar tosiendo metáforas a lo Umbral. Pero, sobre todo, recordad, queridos niños y niñas, que leer es como besar: a quien no lo hace con frecuencia se le nota en la lengua.