¿El conde Drácula envuelto en un bloque de hielo y conservado por los siglos de los siglos? Y si ese bloque de hielo comenzara a deshacerse poco a poco… Y si comienzan a aparecer cadáveres desangrados…
Esta es la premisa de “Los vampiros nunca mueren”, otro ejemplo fantástico del siempre fantástico Curtis Garland. En este caso con la historia de un investigador inglés (una especie de cazavampiros) que es contratado para desplazarse a una base de la Antártida en la que un grupo de investigadores están siendo atacados, aprovechando la noche ártica de seis meses, por unos vampiros.
Recuerdos del conde Drácula por todos los lados… Y que el cazador de vampiros se apellide Harker no es una casualidad, desde luego. Como tampoco la cita que encabeza la novela, perteneciente a “Soy leyenda” de Richard Matheson
“Todos volvieron hacia él sus rostros pálidos. Les observó serenamente. Y de pronto comprendió. Yo soy el anormal ahora. La normalidad es un concepto mayoritario. Norma de muchos, no de un solo hombre”.