Publicado en El Norte de Castilla el 19 de septiembre de 2014
Lo peor de la canción del verano es que es muy cansina. En Pucela volvemos a las aulas por estas fechas con idéntica banda sonora. Qué hartazgo regresar siempre convertidos en pimpampum. La salvajada que nos pone en el mapa del mundo entero se ha cobrado un nuevo capítulo así que aplausos a los valientes lanceros (bengalíes o no). Plas, plas, plas. Sólo con escuchar a algunos iluminados defender el Toro de la Vega porque “los hipopótamos matan a personas en Mozambique” nos damos cuenta del nivel Maribel. Eso, lo de poner a Valladolid en el ojo del huracán, se está poniendo de moda: este verano alguna coz consistorial ha salido hasta en periódicos y televisiones yanquis donde han llegado a decir que aquí hay mujeres provocadoras (y malas, muy malas) que se quitan los sujetadores nada más subirse a los ascensores. Pero nada, lo de dimitir no va con nosotros. Por eso dan tanta envidia otras democracias que se plantan y dicen basta. Como los ministros franceses que han preferido anteponer sus ideas a convertirse en unos Florianos y Cospedales de la vida. Ellos piensan que la reducción del déficit es una aberración económica que agrava el paro y un absurdo financiero porque hace imposible la recuperación de las cuentas públicas así que eligen dimitir antes que convertirse en títeres de la Merkel. Sí, aquí suena muy raro todo eso (lo de dimitir). Nos conformamos con dejar el verano atrás y aguardar una estación en la que el gato está siempre triste y azul. Rutina y corazón partío. Como la noticia esa que dice que la mítica “Laura”, una de las películas más fascinantes de la historia, va a tener su remake. Puede parecer un pecado (y lo es) hacer una nueva versión de algo que es perfecto y memorable pero algunos tiburones de la 20th Century Fox nos saben vender la moto y han encargado la nueva versión de “Laura” a James Ellroy, para algunos de nosotros el novelista más grande y brillante de la actualidad. Así que habrá que esperar acontecimientos. Eso sí, nunca olvidaremos el fin de semana en el que murió Laura pero en cambio sí que estamos obligados (por salud e higiene mental) a olvidar las canciones del verano.