Publicado en El Norte de Castilla el 26 de septiembre de 2014

La noticia de la venta de un cuadro de Banksy por medio millón de euros ha vuelto a poner en el candelero al más famoso de los grafiteros del mundo. No hace mucho un pub de su ciudad natal amaneció con un grafiti que representaba a una pareja abrazada mirando cada uno su respectivo móvil y los dueños hicieron lo que ahora hacen todos (si la policía no lo borra antes): arrancarlo de la pared, ponerle un soporte y llevarlo a una casa de subastas. Ha pasado ya mucho tiempo desde que, aerosol en mano y perseguido por la policía, Banksy comenzó a labrarse una leyenda jugando con el misterio del anonimato que envuelve su figura y con los mensajes anticapitalistas de sus grafitis. Sus obras callejeras concebidas como arte de guerrilla forman parte ya de nuestra memoria iconográfica: dos policías besándose apasionadamente, Churchill con una cresta punk, la reina de Inglaterra travestida en mono, una bailarina de Degas con una máscara antigás, un globo en forma de corazón lleno de tiritas, un manifestante lanzando un ramo de flores a modo de cóctel molotov, Travolta y S. L. Jackson imitando una escena de Pulp Fiction empuñando, en vez de pistolas, unos plátanos… Banksy no para de provocar al personal. Este año ha hecho una “gira” por Nueva York sorprendiendo a los viandantes con un grafiti diario además de lanzar dos impactantes vídeos: en el primero se puede ver a unos yihadistas derribando a Dumbo y dando gracias a Alá mientras el pequeño elefante agoniza y en el segundo vemos a un hombre intentando vender obras de Banksy por 60 dólares en Central Park (en siete horas sólo consigue tres clientes que se llevan unos cuadros que alcanzarán, sin ellos saberlo, un precio dos mil veces superior). Genio y figura este tipo que anda algo encabronado porque este verano se ha montado una retrospectiva no autorizada de su obra en Sotheby’s. La subversión que proclama el icono más impactante del arte callejero no sabe de subastas y museos. “No puedo creer que vosotros, idiotas, realmente compréis esa mierda”, se limita a gritarnos Banksy mientras que desde su mítico anonimato planea una nueva provocación.