Publicado en El Norte de Castilla el 13 de febrero de 2015

El derecho a la salud es un derecho fundamental de todo ser humano. Eso dicen. Mientras tanto el PP rechaza renegociar el precio de los medicamentos contra la hepatitis C y 12 personas mueren cada día. El Gobierno desprecia la opinión de los partidos de la oposición, de sociedades científicas y pacientes que le apremian a poner en marcha de inmediato los tratamientos necesarios contra esa enfermedad y establecer tasas asumibles. ¿Qué oscuros intereses llevan a un partido político a no querer renegociar los precios de los medicamentos antivirales y evitar el beneficio desproporcionado de los laboratorios? Durante mucho tiempo los enfermos de hepatitis C han tenido que lidiar con un salvaje tratamiento de terroríficos efectos secundarios mientras rezaban para que llegase algo que curase su terrible enfermedad. Los dioses escucharon sus plegarias y apareció un medicamento con un porcentaje de éxito superior al 90% y sin apenas efectos secundarios pero, por lo que se ve, la Administración tiene otro plan. Quizá por eso someten a los médicos a protocolos políticos y se esconden detrás de ellos, retrasan el acceso a los nuevos medicamentos y hacen juegos malabares con eufemismos baratos. ¿No tienen derecho todos los infectados a que su enfermedad no evolucione y les destroce el hígado? ¿No es mejor garantizar a todos los pacientes por igual el acceso a los nuevos tratamientos? Algo que, sin duda, produciría una reducción del gasto sanitario y farmacéutico al evitar la evolución a enfermedades crónicas de alto coste. Los afectados insisten en que no es un problema de los médicos sino un problema de los gestores de la Sanidad. Se nos cae la cara de vergüenza al pertenecer a una sociedad que niega medicamentos a los enfermos mientras al Gobierno se le llena la boca presumiendo de brotes verdes. Ante el miserable desaire político los afectados han iniciado una lucha que se extiende por todo el país. En Valladolid han estado encerrados tres días en el Clínico y mañana nos convocan a una concentración en la que tendríamos que estar todos. Al menos para que sepan que con nuestra salud no se juega y que la salud no se vende.