Publicado en El Norte de Castilla el 18 de diciembre de 2015

Ni son todos los que están ni están todos los que son. Siempre ocurre lo mismo. A veces nos damos cuenta a toro pasado. Y lo hacemos, precisamente, cuando quien debe estar por una vez en la vida sí que está. La mejor noticia de las recientes nominaciones a los Goya ha sido, sin duda, el que la Academia se haya acordado de Elvira Mínguez. El que, en definitiva, el cine se haya acordado de Elvira Mínguez. Al saber de la nominación de la pucelana por su interpretación en “El desconocido” se me ocurrió fisgar en su filmografía y descubrí un dato que, como poco, provoca sonrojo: la Mínguez no participaba en ninguna película desde 2008. Ningún director había tenido la ocurrencia de llamarla. Desconozco si podía tratarse de un descanso que había decidido tomarse la actriz por motivos personales pero lo dudo porque en estos siete años de imperdonable olvido cinematográfico Elvira Mínguez ha actuado en un buen puñado de proyectos televisivos (Clara Campoamor, Imperium, El tiempo entre costuras, Hermanos, Sin identidad). Un cero para nuestros productores y directores. Porque hay actrices buenas, actrices todoterreno, actrices intensas, actrices camaleónicas, actrices conmovedoras, actrices naturales, y luego está Elvira Mínguez. Para mí ha sido, desde luego, lo más llamativo de estas preelecciones cinematográficas. De las otras casi mejor ni hablar. La vida es una película, una comedia, una tragedia, un spaguetti western. Lo que quieran. En un par de días tenemos una nueva entrega de premios. En este caso,  políticos. Hemos padecido una campaña de sobreactuaciones, de malas interpretaciones, de aspirantes cutres a Club de la Comedia, de actores a los que se les nota el postureo y la mentira a la legua. Parte favorito un inenarrable líder que da pie a chascarrillos jugosos y memes desternillantes. Probablemente gane y nos instalemos, como dice Iñaki Gabilondo, en una España de mesa camilla alrededor de la hucha y contando la calderilla. Esperaremos los resultados tanto en los Goya como en las elecciones. No albergo esperanzas en ninguna de las dos votaciones. Como decía la propia Elvira Mínguez en una entrevista “no les interesa que soñemos ni que deseemos”. Pues eso.