Publicado en El Norte de Castilla el 10 de junio de 2016

Aprovechando la publicación de su último poemario y de una completísima biografía del artista más grande de este país, llevo dos meses sumergido en el fascinante universo de Luis Eduardo Aute. Escuchando en silencio todas sus canciones y desgranando verso a verso cada uno de sus poemas. Aute pintor, cineasta, poeta, cantante, hombre del Renacimiento, mago, onírico, fantástico, creador, hijo bastardo de Cahier y Marilyn. La jauría musical de radiofórmula se ha comido a Aute pero nos queda su mundo poético, la fuerza de su lírica insurrecta, las matemáticas del espejo, las liturgias del desorden, los templos de carne, el simbolismo de la espuma, los paseos por el amor y la muerte, los nueve infiernos sin el Dante, los llameantes cuerpos enamorados, el poeta que muerde la luz prohibida, la luna sangrando al filo de la guadaña, los réquiems amorosos, los himnos canónicos que pueden ser un obús o la caricia de un viento del sur, los laberintos de tinieblas y saudades, el amor en guerra, los discos suicidas, el éxtasis de ángeles caídos, los líquidos secretos, la agonía amorosa, la mística del sexo, el poeta loco de fugas silenciosas, los cuerpos derramando luz, la poesía de la carne y el placer, los besos transformados en balas, las plegarias amorosas, las animalhadas, los poemigas, los haikus juguetones con alma de greguería, la melancolía filosófica, los amores quiméricos que palpitan relampagueantes en la noche, las melodías inmortales con cierto tono crepuscular, el quieres helado de fresa o café. Desde hace tiempo es mi gurú, mi poeta de cabecera, el filósofo al que siempre acudo. Si para Trueba Billy Wilder es Dios para mí el que más se acerca es Aute. Actualmente el hombre que susurra a las mujeres anda de gira celebrando sus cincuenta años en la música y no para de regalarnos reflexiones que no tienen desperdicio.”Hemos vuelto a las cruzadas y a la lucha contra el infiel, a los señores feudales que son dueños de todo, a las epidemias, ahora prefabricadas para beneficio de la industria farmacéutica, a los alquimistas obsesionados con convertir todo en oro, a la Inquisición, porque ahora gracias a Internet saben todo de nosotros… Hemos avanzado tanto que estamos descubriendo el Medievo”. Palabra de Dios.