Publicado en El Norte de Castilla el 18 de junio de 2016
Sigo con la obsesión cervantina. Cosas del aniversario. Cosas de estar enfrascado en mitad de la Feria del Libro. Cosas del ADN quijotesco que todos atesoramos. La penúltima locura cervantina la protagoniza una fantástica muestra en la Casa Revilla donde se exponen más de medio centenar de libros y ediciones de los siglos XVIII, XIX y XX de El Quijote, además de exlibris, litografías y ejemplares ilustrados con grabados de Dalí, Saura, Doré o Canogar entre otros artistas. La última de mis locuras cervantinas está protagonizada por mi reencuentro (nunca mejor dicho) con un relato mítico que encendió algunas de mis ensoñaciones más quijotescas y metaliterarias. Hablo, por supuesto, de “Encuentro en Valladolid”, el cuento escrito por Anthony Burgess en el que el autor de “La Naranja Mecánica” especula con un posible encuentro de William Shakespeare y Miguel de Cervantes en el marco incomparable de la Valladolid de 1605, capital del reino y cuna, en ese instante, de todas las grandes firmas literarias del Siglo de Oro. El memorable e ingeniosísimo cuento forma parte de un libro de relatos y nouvelles titulado “The devil’s mode” que, hasta donde yo sé, no se ha publicado en España. Hace unos días me hice con una copia en francés y volví a rememorar aquel encuentro fantástico entre los dos más grandes escritores de la historia que tuvo lugar en mi ciudad y con el que yo tantas veces soñé (e incluso llegué a recrear en “El mercenario del Dux”). Recuerdo también que hace unos años RNE emitió la obra teatral radiofónica que el propio Burgess escribió inspirada en su cuento. Qué pena que a ningún editor se le ocurra recuperar este libro en el que, además, hay un maravilloso pastiche de Sherlock Holmes. Voy más lejos aún. ¿Por qué a nadie se le ha pasado por la cabeza hacer una edición del cuento y del libreto de la obra radiofónica? Sería un libro fantástico con Valladolid como protagonista de este sueño. Podría, incluso, llevar un CD de regalo con el docudrama radiofónico emitido por RNE. Ahí dejo la idea aunque supongo que nadie recogerá el guante. Es una lástima. Valladolid podría haber explotado muchísimo más las huellas que Cervantes dejó por esta tierra. Pero somos así. Es lo que hay.