Recién terminada la lectura de las diez primeras novelas de “El galante aventurero” y no tengo adjetivos para calificar esta auténtica obra maestra de la novela popular, esta ópera de capa y espada donde decenas de personajes entran y salen de escena (en este caso el siempre apasionante Renacimiento italiano). En estas primeras diez novelas de la saga “El galante aventurero” encontramos a pícaros indomables, a marinos expertos, a malvados corruptos, a damas maravillosas y a damas perversas, a habilidosos espadachines, a banqueros corruptos, a asesinos desalmados, a innombrables traidores. También personajes enmascarados, dobles personalidades, suplantación de identidades, “resurrecciones milagrosas”, sociedades secretas (El Pulpo), personajes extrañísimos, casualidades, encuentros imposibles, amores apasionados y aventuras, muchas aventuras, en el marco de un folletín por el que habría matado Alejandro Dumas.
Arnaldo Visconti (Pedro Víctor Debrigode) se destapa como un auténtico maestro de intrigas y de crear atmósferas fascinantes, un genio en el dominio de distintos registros léxicos, un narrador único capaz de crear tramas entretenidísimas, escenas de ritmo trepidante, diálogos ingeniosísimos, finales abiertos, tramas que enganchan, puzles fantasiosos de historias que se entremezclan, todo con la magia del folletín más elaborado y con un léxico y un estilo que, dadas las prisas con las que debía entregar cada novela, resultan auténticamente milagrosos. “El galante aventurero” o el placer volver a leer como cuando tenías 12 años. Han sido mil páginas y se me han pasado como un suspiro. Ahora voy a por la segunda parte de este auténtico Don Quijote de la novela popular. Seguiré informando.