Publicado en El Norte de Castilla el 7 de octubre de 2016

Puede dar la impresión de que ha pasado mucho tiempo. Pero no. El tiempo es velocidad. Y mucho más en el mundo del deporte. Nueve segundos y 81 centésimas tardó Usain Bolt en correr los 100 metros el pasado 15 de agosto. Desde entonces, todo ha sido un suspiro. Ya nos hemos olvidado de la perversa utilización de héroes de quita y pon y hemos regresado a la rutina de los Messi y Ronaldo. El virus zika ha quedado olvidado así como el virus de la medallitis que nos invade en cada Olimpiada. No tenemos remedio. Para los deportistas, la vuelta al cole, es decir a la cruda realidad, se produce cada cuatro años. Durante unos días, periodistas y políticos se acuerdan de que existen y hasta los deportes más minoritarios tienen su retransmisión en directo. Es más, si hay medallas de por medio, pueden hasta hacerles héroes. Héroes, eso sí, con fecha de caducidad. Nos acordamos de ellos sólo durante los Juegos Olímpicos y luego los tiramos al cubo de la basura. El deporte no interesa en España, no cuenta en los colegios, se reduce cada vez más la inversión del gobierno, las empresas privadas pasan olímpicamente y el periodismo sólo se acuerda de la inmensa mayoría de los deportes cada cuatro años. El deporte se ha futbolizado por completo. A Usain Bolt un periodista español le preguntó si era del Madrid o del Barça. Por lo visto, no se le ocurrió otra cosa. Pero el deporte es algo más. Nada tiene que ver con esas Federaciones intervencionistas, con esos presidentes que quieren ser más protagonistas que los propios deportistas, con esos directivos-videntes empeñados en hacer quinielas, con esos políticos que se hacen fotos al calor de una medalla o con esos periodistas aquejados de una enfermedad llamada medallitis. Eso por no hablar del ministro de la cosa que tuvo la desvergüenza de decir que el éxito de las mujeres en las Olimpiadas se debía a la fuerte apuesta que por el deporte femenino había hecho el Gobierno. En fin, regresamos a la normalidad. La vuelta al cole, o sea. El espíritu deportivo nos envuelve. Ahora estamos imbuidos del fútbol que es nuestro particular opio del pueblo, la madre de todas las batallas, nuestro matrix de bolsillo. Algunos en verano nos propusimos adelgazar tres kilos antes de terminar el año y seguimos en ello. A mí ya sólo me quedan cinco.