Publicado en El Norte de Castilla el 25 de noviembre de 2016

Casi siempre es mejor estar fuera de juego que lanzarte de cabeza a una piscina llena de mierda. O, dicho de otra forma, es mucho más gratificante hablar de literatura, de cine o de música que sumergirte en esa cosita tan viscosa llamada política. Más que nada por no ensuciarte la mente. Llevamos meses asistiendo a un carnaval patético de encuentros y desencuentros, amagos de nuevas elecciones, descomposición de un partido histórico y florecimiento a tutiplén de otro, con faena aliñada y dos vueltas al ruedo. “O yo me estoy volviendo loco o aquí se está multiplicando el número de subnormales”, bramaba Fernando Fernán Gómez. A veces uno piensa eso también. Sobre todo cuando tienes la certeza absoluta de que si se celebrasen nuevas elecciones (cosa que probablemente acabe sucediendo no dentro de mucho), el PP lograría mayoría absoluta. Con un par de escándalos de corrupción más lo tienen hecho. El que en España muchos voten a un señor que parece lelo y que lidera un partido ahogado por la corrupción parece no importarle a nadie. Además ahora estamos más pendientes del nuevo rey del mundo. En EEUU también debe de haber muchos tontos y retrasados que han decidido dejarle el trono a un fulano extremista, homófobo, racista, reaccionario, machista y, para más inri, de color naranja. Un tipo que se está rodeando, con el fin de dirigir el planeta, de monstruos folklóricos con más peligro que un ejército de monos con metralletas. Pero es lo que hay. Por Europa los Le Pen, Hofer, Frauke Petry, Farage y compañía están encantados y entonando a grito pelado el “Bienvenido Mr. Trump”. “Es la ultraderecha, estúpidos”, nos avisa Javier Aroca. Pero da lo mismo. Aquí, a lo nuestro. Elevando el nivel de badulaques y zopencos. Por ejemplo, el Ministro de Cultura recordando a Leonard Cohen como alguien que nos ha hecho “muy felices y con cuyas canciones hemos bailado muchas generaciones de españoles”. ¿Cómo se baila a Cohen, el considerado “depresivo no químico más poderoso del mundo”? En fin, aceptaremos a Cohen como rey del regaetton. O como chica yeyé. Quizá el ministro de la cosa le confundió con Conchita Velasco. Pues eso, lo que decía Fernán Gómez. Tal vez me esté volviendo loco. O, simplemente, esté embarazado. Y es que hablar de estos políticos me da náuseas.