Publicado en El Norte de Castilla el 20 de enero de 2017
Un vídeo. En él, una joven mira a la cámara y habla de Alepo. Genocidio/Holocausto. Vivimos en un mundo interconectado en el que vemos y oímos a las víctimas en tiempo real. Recordatorios: Armenia, Bosnia, Darfur, Ruanda. “El mundo no será destruido por quienes hacen el mal, sino por aquellos que observan sin hacer nada.” (Albert Einstein). La joven mira a la cámara y reflexiona. No sabemos quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Nadie sabe cuál es el lado correcto. Lo único que sabemos es lo que está sucediendo y que nadie hace nada. Save the children, Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, entre otros, piden ayuda. Muchos les insultan. ¿Y cuando la ciudad estaba bajo el dominio de los terroristas no había catástrofe? Una nueva forma de lavarse las manos y mirar a otro lado. La única realidad: 6 años de horror y la mayor crisis de desplazamientos desde la Segunda Guerra Mundial. La ONU dejó de contar muertos en 2014. El último cálculo difundido fijaba la cifra de víctimas en 312.000. “Cuando muera le contaré todo a Dios”, dice un niño sirio antes de morir. Una maravillosa ciudad Patrimonio de la Humanidad convertida en polvo, cadáveres y horror. Un lugar ideal para los depredadores. El negocio de la guerra. El ejército sirio, las fuerzas de la oposición y los grupos insurgentes luchando por el poder y el control del territorio. Las zonas civiles masacradas sistemáticamente. Primero un bombardeo y a continuación otro a traición cuando los equipos médicos y de rescate están en la zona. Víctimas con síntomas de exposición a agentes químicos. Millón y medio de personas atrapadas en zonas asediadas. Racionamiento de los medicamentos. Un padre sosteniendo el cuerpo de su pequeño hijo. Y la agonía que dura ya seis años. Los señores de la guerra, con traje de Armani, negociando los intereses económicos de la zona. Eso lleva su tiempo. Estarán en guerra hasta que ya no puedan sacar provecho. Luego los mismos criminales harán el agosto con su reconstrucción. Y el mundo dando la espalda a tanto dolor. ¿Nuestros políticos pueden dormir? ¿Pueden dormir los que votan a esos políticos? “El presidente, cabrón, está ahí, porque lo votamos”, rapea la Mala Rodríguez. No es nuestro apocalipsis, no es nuestra guerra, gritan muchos. Además, la Navidad ha terminado. Se acabó el simulacro de Paz y Amor. Disuélvanse.