Publicado en El Norte de Castilla el 2 de junio de 2017
Francesillo, alter ego de Francisco Umbral en las memorias de adolescencia que nos regaló a lo largo de un buen puñado de novelas, confesaba en una de ellas que escribía a todas horas cartas de amor a Hedy Lamarr. ¿A alguien le extraña? Es más, todos escribimos cartas de amor a Hedy Lamarr. Sobre todo tras conocer su historia. Parte de ella ha salido a la luz con la reciente publicación en España de la autobiografía de la actriz (“Éxtasis y yo”, Notorius Ediciones), un libro que llega 50 años después de haber sido editado y de generar un tremendo revuelo en Hollywood. La cosa no es para menos. De hecho, todo lo que rodea a Hedy Lamarr parece de película. Desde 1932, en el ojo del huracán. Ese año rodó en Praga “Éxtasis”, convirtiéndose en la primera actriz en aparecer totalmente desnuda en el cine y en interpretar un orgasmo en primer plano. El escándalo fue tal que hasta el papa Pío XI condenó la cinta. Al poco, un jerarca nazi se enamoró de ella y pactó con sus padres una boda. Este tipo, que vendía armamento a Hitler y Mussolini, intentó destruir todas las copias del film y mantuvo prisionera a la actriz en su lujosa mansión. No la dejaba bañarse sola ni salir siquiera de la habitación salvo que él la acompañara. Ella, sin embargo, consiguió escapar a París con la ayuda de una criada pero los guardaespaldas del marido la persiguieron hasta Londres. Allí, se embarcó en un trastatlántico donde conoció a Louis B. Mayer quien la bautizó con el hombre de Hedy Lamarr y la convirtió en estrella. A partir de ahí (casi) todo es conocido. Femme fatale, pintora y coleccionista de arte, cleptómana, políglota, posiblemente espía, adicta a las pastillas, hipersexual (según propia confesión) y probablemente la actriz más bella de la historia del cine. No bebía, no le gustaban las fiestas, no concedía entrevistas y elegía muy mal maridos y películas: alcanzó la fama con “Sansón y Dalila” pero rechazó “Luz de gas” y “Casablanca”. Fue además una mujer superdotada que estudió ingeniería y que patentó varios inventos, entre ellos uno que hizo posible por primera vez la transmisión de señales secretas sin poder ser interferidas. Algunos, incluso, la consideran “la actriz que inventó el wi-fi”. Después de saber esto, ¿quién se resiste a escribir cartas de amor a Hedy Lamarr?