Publicado en El Norte de Castilla el 24 de noviembre de 2017
Durante un cónclave de jerarcas nazis una mosca no paraba de molestar y Hitler ordenó a Fritz Darges, uno de sus oficiales de ordenanza, que se deshiciera de ella. Darges contestó que, al tratarse de un asunto aéreo, debía de ser el adjunto a la Luftwaffe el que se encargase de ello. En otra versión, Hitler está leyendo unos papeles y una mosca no para de revolotear alrededor. El Führer intenta deshacerse de ella con ayuda de los papeles y pronto repara en que Darges, a su lado, sonríe ante la cómica escena. En ambas versiones, el resultado es idéntico. Un colérico Hitler despide a Darges y le manda al frente (“si no es capaz de mantener alejado de mí un animal como éste, quiere decir que un oficial de ordenanza como usted no me hace ninguna falta”). Algunos hemos recordado esta anécdota al tener noticia del grupo de whatsapp en el que unos policías de Madrid hablaban de poner una bomba en Lavapies, tirar al mar a los moros, hacer “cacerías contra los guarros” y un sinfín de barbaridades como encumbrar a Hitler a la altura de dios: “este señor sí que sabía cómo hacer las cosas, con él ya estarían echando humo las chimeneas”. Ahora tiran balones fuera. Mensajes privados, dicen. A Hitler no le valía tirar balones fuera. Todos estos tipos que jalean a Hitler no comprenden (su cerebro no les da para ello, claro) que por comentarios más suaves o insubordinaciones más leves ya habrían visitado ellos las cámaras de gas. “El fascismo es alegría”, “somos justicieros”, “matar es nuestro lema”, proclaman sin sonrojo. Todo ello junto a insultos gravísimos a Manuela Carmena, de quien lamentan incluso que se librase del atentado de Atocha, o deseos de que explote la Sexta con todos sus periodistas dentro. Pero, ¿en manos de quién estamos? ¿Quién nos protege de estos policías? ¿Quién nos defiende de los que nos defienden? Y a lo Watchmen, ¿quién vigila a los vigilantes? Lo raro (o no) es que ahora el Ministro del Interior no hable de incitación al odio. Alegrarse de la muerte del Fiscal General es delito pero desear la muerte a Carmena es libertad de expresión. Por ahora suspenden a tres agentes hasta que se resuelva el expediente disciplinario. Con calma. No es lo mismo, claro, unos titiriteros que unos policías con pistolas. En fin, menudo grupo de lobos cuidando las ovejas anda por ahí suelto. Más vale no toparnos nunca con ellos.