Publicado en “La sombra del ciprés”, suplemento cultural de “El Norte de Castilla”, el 29 de marzo de 2019
Un record imposible de superar. Eso decían. Sin embargo, los Eagles han desbancado a “Thriller” de Michael Jackson. Ahora los “Grandes Exitos” de la banda californiana es el disco más vendido de todos los tiempos en EEUU. Y el tercero, “Hotel California”. Allí resplandece la canción de igual título. Una de las más hermosas de la historia del rock. Un tema que suena en las radios yanquis cada 11 minutos. Pero, ¿qué hace de “Hotel California” una canción tan memorable? Corría el verano de 1976 cuando Don Felder, uno de los guitarristas del grupo, grabó una maqueta con varias canciones. Don Henley y Glenn Frey, los líderes de la banda, se enamoraron de una de ellas, una melodía con una fascinante progresión de guitarra. Henley, con una pequeña ayuda de Frey, escribió la letra. Acababa de nacer “Hotel California”. Una canción de casi siete minutos que imitaba el perfume de las películas en blanco y negro. Un desafío, además, a todas las emisoras de radio que, por entonces, jamás radiaban un tema de más de cuatro minutos. La canción llegó a número 1 en todo el mundo y pronto corrieron ríos de tinta intentando descifrar el mensaje que escondían unos versos que parecían mosaicos abstractos, vidrieras del Renacimiento. ¿Qué es, en realidad, el hotel California? Son muchos los que se han dedicado a buscar la herencia de los dioses (o los demonios), sus tesoros ocultos, sus islas secretas. Algunos dicen que es un manicomio. Otros, una clínica de rehabilitación para drogadictos. Los más insisten en que es la iglesia de Satán. Se basan en múltiples detalles. “Esto debe ser el cielo o el infierno”, dice al principio el protagonista al entrar en el hotel antes de pedir un vino al Capitán (quizá Lucifer). “No tenemos aquí ese licor desde 1969” responde él. ¿Representa el vino la sangre de Cristo? Curiosamente, Anton Le Vey, autoproclamado Papa Negro y fundador de la Iglesia de Satán en una especie de hotel situado en California Street, San Francisco, publicó la “Biblia satánica” en 1969. El protagonista asiste luego a una especie de sacrificio (“ellos la apuñalan con cuchillos acerados pero no pueden matar a la Bestia”) e intenta huir del lugar. Sin embargo, “el hombre de la noche” enuncia unas desasosegantes palabras: “puedes entrar cuando quieras pero nunca puedes marcharte”. Dicen, además, que hay escondida una frase que, reproducida en sentido inverso, desvela un mensaje satánico. Eso sin contar las elucubraciones sobre la portada y la fotografía del interior en la que muchos adivinan la presencia del mismísimo Anton Le Vey. Cuando a Don Henley le preguntan por el significado de la letra se limita a decir que es una descripción de la vida y los excesos de la alta sociedad californiana. Seguramente, un reflejo de los problemas de drogas que asolaban a parte de la banda en aquella época. En todo caso, más allá de cualquier interpretación, lo único cierto es que “Hotel California” es una de las canciones más deslumbrantes de todos los tiempos. Queda para otro momento analizar si la música es un plagio de “We used to know”, de Jethro Tull. Desde luego, la progresión de acordes es idéntica y el solo final, con Felder y Walsh subiendo escalas hasta el infinito, es un calco del solo de Martin Barre en el tema tulliano. Quizá ese parecido tan increíble entre las dos canciones sea también cosa del diablo.