Publicado en El Norte de Castilla el 4 de octubre de 2019

Regresa el circo. “Ave César, los que van a morir te saludan” proclaman los nuevos gladiadores. La antigua Roma travestida en un Catar de ciencia ficción. 33 grados, un 80% de humedad, una sensación térmica de 40 grados. Madrugada en la ciudad fantasma. Barrios enteros en los que no vive prácticamente nadie aunque se mantienen las luces encendidas para que no lo parezca. Monstruos tecnológicos de ultimísima generación levantados en mitad del desierto. Un paseo marítimo que es en realidad una sauna donde no hay un alma. Y los nuevos gladiadores, en pantalón corto y con el cuerpo achicharrado, desfilando medio desmayados para llegar a una burbuja climatizada, un estadio casi vacío, con grandes lonas que cubren el segundo y el tercer anfiteatro para que no se note la desolación, y con un primer anfiteatro donde solo gritan los obreros y la gente de las distintas delegaciones. Ambulancias que van de un lado a otro, atletas desfallecidos o en sillas de ruedas, un centro médico desbordado por completo, las carreras más lentas de la historia. Todo lo ocurrido en el maratón femenino y en los 50 kilómetros marcha ha sido suficientemente brutal para poder llevar a los tribunales a los que han permitido esta salvajada. A todos aquellos dirigentes que han cogido el dinero de Qatar sin importarles una mierda el deporte y, mucho menos, la salud de los atletas. Todo huele a podrido últimamente en el deporte. Oscuras y manchadas designaciones. Dirigentes que mientras los atletas saltan al circo ellos duermen a pierna suelta en hoteles de cinco estrellas. El dinero lo compra todo. ¿Alguien se ha preguntado por la obsesión que tienen los dirigentes del fútbol en programar cada vez más partidos en horarios chungos para que lo puedan ver en la otra punta del mundo? ¿No tendrá que ver con las casas de apuestas que hacen el negocio del siglo por aquellas tierras? Lo siguiente será el Mundial de fútbol también en Catar. La competición se detendrá en Europa para que los dueños de los petrodólares laven la imagen de países donde ni siquiera se respetan los derechos humanos. ¡Como para respetar los derechos de los deportistas! Se limitarán a construir estadios lujosísimos y climatizados, con un derroche energético indecente y pornográfico, mientras usted y yo nos preocupamos por el cambio climático y evitamos utilizar bolsas de plástico. Por lo demás, que siga el circo. O los juegos del hambre.