Publicado en El Norte de Castilla el 8 de noviembre de 2019

Decía Mario Benedetti en La tregua que “hay que lograr que se despierte en los demás la vergüenza de sí mismos, que se sustituya en ellos la autodefensa por el autoasco”. De ello me he acordado al ver un vídeo grabado en las mismas puertas de un mitin de cierto partido innombrable al que desde Cataluña le están haciendo la campaña del siglo. El primer simpatizante entrevistado dice que al escuchar la palabra España se acuerda del rey Pelayo, “quien liberó a España de las hordas musulmanas, que si no estaríamos comiendo cuscús y las mujeres irían con la toga esa”. Un chico joven afirma, con plena convicción, que a todos los migrantes el Estado les da mil o dos mil euros al mes aunque no sabe qué contestar cuando le preguntan por qué delinquen si cobran esa pasta. Un hombre de color (al parecer el que tiene dicho partido para cubrir la cuota pertinente) insiste en que hay que expulsar del país a todos los inmigrantes que cometan un delito, a todos absolutamente. Cuando el periodista le pregunta si entonces habría expulsado a Ronaldo por sus delitos fiscales recula y dice que ahí no entra porque no trabaja en Hacienda. Otra mujer apoya el uso de armas y para ello nos explica lo que es un mataleón: “es la llave que te hacen los inmigrantes para dejarte sin sentido y luego ya en el suelo te roban”. También critica las leyes contra la violencia de género porque “no salen los infanticidios que son en el 80% de los casos a manos de las madres”. Lo ha leído en algún diario. Eso dice, sin saber muy bien lo que dice. Otra mujer, en fin, dominicana para más señas, está en contra de que entre gente en España salvo que lo hagan como ella, con papeles regularizados porque “mis padres me pagaron un máster en la Politécnica de Madrid”. Cuando le preguntan por los que vienen huyendo de las guerras se limita a decir: “Mala suerte”. Está bien la nota de humor pero no la falta de humanidad. Hablamos de personas que repiten como loros auténticas barbaridades. El periodista se está riendo de ellos y ni se dan cuenta. Algunos apenas tienen una neurona. La suficiente para no hacerse sus necesidades encima. ¿En gente así algún día se despertará la vergüenza de sí mismos? ¿Serán capaces de sustituir la autodefensa por el autoasco? No sabemos quién ganará el domingo pero, vista la deriva, todos acabaremos perdiendo. Quizá luego sea tarde para arrepentirnos. Eso sí, tendremos que dar las gracias al rey Pelayo por librarnos del cuscús.