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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

EL HOMBRE QUE NO PODÍA ESCAPAR

Debrigode. Siempre Debrigode. Número 1213 de la colección Servicio Secreto: “El hombre que no podía escapar”. A pesar de pertenecer a la colección por excelencia de bolsilibros de suspense, policíacos y de espionaje, hay que dejar claro que “El hombre que no podía escapar” es, sobre todo, una novela bélica. Una apasionante y adictiva historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial, en concreto en una Croacia en ebullición en la que, alrededor de un minado tablero de ajedrez, juegan sus piezas guerrilleros partisanos, servicios secretos y colaboracionistas nazis.

Un agente secreto, Barry Leonard, acude allí con el fin de contactar con el jefe de la resistencia croata, Vlado Davidovich. Sin embargo, es apresado por el jefe del contraespionaje, el sanguinario Fernc Karpo. Cuando parece que va a ser fusilado, consigue escapar lanzándose al Bósforo. Mientras está en el agua, cae cerca de él una mujer desde un puente. No es otra que Olga Nissen, una femme fatale antigua amante de Karpo. Las peripecias, a partir de ese momento, no paran de sucederse. Finalmente, el agente secreto consigue contactar con Davidovich y cuando lo hace descubre que Olga Nissen es su amante. Todo se complica cuando advierten que las tropas de Karpo les siguen a todos lados pisándoles los talones. Comprenden que están siendo espiados desde dentro y que hay un traidor. Todas las sospechas apuntan a Olga Nissen pero Leonard, para probar su inocencia, intenta una última aproximación suicida al campamento de Karpo….

“El hombre que no podía escapar” está escrita con la habitual maestría de Debrigode, aquí enmascarado bajo el seudónimo de Peter Debry, el más común y habitual en su última etapa, aquella que dedicó casi por completo a las novelas policíacas y que estaban escritas con una prosa concisa, cortante, heredera de la novela negra americana. Curiosamente esta novela más bélica que policíaca (aunque conserva su gusto por el enigma, por los interrogatorios, por presentar una femme fatale muy en la línea del noir) está escrita con una prosa bastante recargada heredera de las novelas de aventuras de la primera época de Debrigode, aquellas que en su mayoría firmó con el seudónimo de Arnaldo Visconti. El motivo, sin duda, es que esta novela, a pesar de estar publicada en 1973, es una obra anterior que el propio Debrigode recicló cambiándola de título y haciendo pequeñas modificaciones (como hacer desaparecer los títulos de los capítulos). La novela original la publicó Debrigode en la misma colección Servicio Secreto veintidós años antes. Hablamos, en concreto, del número 24 de dicha colección que llevó el título de “La bella del Bósforo”. Una práctica, en fin, más que habitual, la de reciclar antiguas novelas ya publicadas y, con pequeños cambios (a veces simplemente el del título de la novela), volverlas a presentar incluso en la misma colección. El estajanovista ritmo de entregas al que tenían que someterse no les dejaba otra opción a los heroicos escritores de bolsilibros y Debrigode no fue una excepción. En todo caso, “El hombre que no podía escapar” (“La bella del Bósforo”) es una muestra más de la absoluta maestría de Debrigode. Una novela apasionante, hipnótica, entretenidísima, y escrita con una prosa deslumbrante. Todo muy en la línea del maestro Debrigode.

 

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Debrigode

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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