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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

EL CONDOTIERO

“En cuanto al Condotiero, mierda a quien lo lea”. Eso decía Perec de esta novela tras ser rechazada sistemáticamente por todas las editoriales de Francia. La repudió. La llegó a odiar. Murió creyendo que el manuscrito había desaparecido. Treinta años después de su muerte, alguien lo encontró. Todas las editoriales de Francia, entonces, se pegaron por publicar esa primera novela (luego aparecería otra anterior) de Georges Perec. Se trata, pues, de una novela de juventud. Una novela fallida. Una novela puzle demasiado enmarañada, con múltiples hilos narrativos que en ocasiones se enredan y se pierden. Una novela que tuvo varias versiones, distinto contenido y extensión, ¡hasta cuatro títulos distintos! Una novela en la que nos encontramos con un personaje recurrente en la obra de Perec, el protagonista sin ir más lejos de su obra maestra, la monumental “La vida instrucciones de uso”. En esta novela primeriza, Gaspard Winckler se dedica en cuerpo y alma a hacer una copia de El Condotiero, pintado en 1475 por Antonella da Messina. Gaspard Winckler es un pintor falsario que lleva toda su vida dedicándose, por encargo, a hacer copias de grandes maestros de la pintura. No es otra cosa, en realidad, que la mano ejecutora de los pedidos de un socio capitalista, un mafioso del mundo de las artes, un tal Anatole Madera. En la primera página de la novela, el protagonista lo asesina. Y el libro se desarrolla a partir de ese momento como una sucesión continua de justificaciones, motivos y consecuencias de ese asesinato. Resumiendo mucho, podríamos llegar a algunas conclusiones:

  1. El desafío de Gaspard Winckler era homérico: “lograr lo que jamás falsario alguno antes que él se había atrevido siquiera a intentar: la creación auténtica de una auténtica obra maestra del pasado”.
  2. Puesto que el uso del préstamo en este caso sólo conduce a un fracaso, la razón principal del crimen no es otra que el fracaso de Winckler a la hora de rivalizar con Antonello da Messina.
  3. Al final Gaspard Winckler llega a la conclusión de que, a pesar del fracaso, le salió bien el retrato. Su propio retrato. El que le permitió definir su propio rostro. Si hubiera buscado el retrato de Dorian Gray no lo habría hecho mejor. Dorian Gray murió por su cuadro. Gaspard Winckler también, pero de una manera diferente.

En fin, “El Condotiero”, obra de juventud, novela post-mortem, relato fallido, pero también germen del Georges Perec genial e imprescindible, el de los retos imposibles, el de los juegos eternos, el que utilizaba sistemáticamente el latrocinio textual y salía victorioso de todos sus retos.

 

 

 

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


diciembre 2019
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