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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

LA GUILLOTINA PORTÁTIL

Cuantas más novelas leo de Debrigode, más convencido estoy de que se trata del mejor escritor español de novela popular y, muy probablemente, uno de los mejores novelistas del siglo XX. Resulta increíble imaginar cómo pudo escribir tantísimas novelas (con la presión de entregar cada muy poco tiempo un nuevo título) y, sobre todo, cómo lo pudo hacer manteniendo una calidad y una exigencia literaria tan alta. Lo hizo, ya lo sabemos, utilizando un buen puñado de sinónimos. Los dos más conocidos fueron Arnaldo Visconti (sobre todo para novelas de aventuras) y Peter Debry (para novelas policíacas). Pero no fueron los únicos. Uno de los que utilizó en sus primeros años fue Arnold Briggs. En 1953, y para la colección Detective, apareció “La guillotina portátil” firmada por Arnold Briggs. Nada más abrir la novela nos encontramos con la sorpresa de que el título original de la novela es “The portable guillotine”, y de que se trata de una traducción directa del inglés de Justo Elías. Evidentemente, se trata de un juego de Debrigode y de la editorial, empeñada sin duda en demostrar a todo el mundo que el autor de la novela presentada es extranjero (ya sabemos que una de las cosas que exigían a los autores de bolsilibros es que renunciaran a su firma y que presentaran sus obras con nombres extranjeros, especialmente anglosajones).

Pues eso, “La guillotina portátil”. ¿Qué tenemos en “La guillotina portátil”? Sin duda, a Debrigode en estado puro. La acción se desarrolla en Nueva Orleans, un lugar fascinante y novelesco: “Nueva Orleans, la sinuosa y cálida ciudad meridional, donde la sangre negra, francesa y piel roja se mezclan en aquel bayú que, aun a principios de siglo, era guarida de los últimos piratas antillanos”. Y allí, en Nueva Orleans, cinco hombres reciben una especia de guillotina portátil. Son el periodista Ned Carleton, el comisario Cavalier, el dueño del periódico local Dud Dupont, el juez Irving y el fiscal Maddox. A ellos se une otro hombre, el abogado Edgar Trenton. Todos relacionados, de una u otra forma, con la ejecución de René Basil, tras un tormentoso y polémico juicio.

Carleton sospecha que alguien quiere asesinarlos para vengar la muerte de Basil. Los sospechosos son principalmente tres mujeres: la hermana, la prometida y la amante de Basil. Pronto las amenazas se convierten en realidad y tanto Dud Dupont como Edgar Trenton son asesinados. Sus cuerpos aparecen decapitados, como si hubiesen sido guillotinados. En el caso del segundo, además encerrado en su despacho, sin nadie que hubiese entrado o salido, y sin ninguna ventana. Algo, en principio, increíble. El periodista y el comisario investigan. Cada uno por su lado. Tienen muy mala relación entre ellos. Carleton sospecha de Cavalier. Y el comisario no sólo sospecha del periodista sino que encuentra pruebas irrefutables de que es el asesino y lo acaba encarcelando. Eso será sólo el principio… En fin, una novela fabulosa (otra más) de Debrigode. Escrita con un estilo portentoso, con un cuidado del lenguaje realmente llamativo, con el típico barroquismo de su prosa que resulta tan atrayente. Todo en “La guillotina portátil” resulta brillante y memorable (salvo, quizá, algún párrafo con tintes misóginos, muy típicos de la época en la que la novela está escrita). “La guillotina portátil”, un motivo más para elevar a los altares a Pedro Víctor Debrigode.

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Debrigode

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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