![](https://static-blogs.elnortedecastilla.es/wp-content/uploads/sites/3/2021/02/mosqueteros_Snapseed1-300x271.jpg)
Me faltaba “El vizconde de Bragelonne”.
Lo había leído en alguna edición resumida centrada en la historia de la máscara de hierro.
Me daba pereza enfrentarme a casi dos mil páginas.
Imperdonable error.
“El vizconde de Bragelonne” constituye un magistral cierre para la trilogía más maravillosa y memorable de la historia de la literatura (y al que lo discuta, le mandaré mis padrinos).
Dije de “Veinte años después” que era tan adictiva, vigorosa, turbulenta, intensa, elegante, misteriosa, melancólica, inspiradora, rebelde, catártica, estimulante, tormentosa, entretenidísima y maravillosa como “Los tres mosqueteros” pero, además, con un toque crepuscular que la elevaba a cotas insospechadas. Puedo decir lo mismo de la última novela del ciclo. En este caso aderezada con unos encantadores capítulos que recuerdan comedias de enredos amorosos a lo Lope de Vega (muchos piensan que es el mayor defecto de “El vizconde de Bragelonne”; pero bueno, no está mal que Dumas se transforme en Lope de Vega en algunos momentos).
Ah, y D’Artagnan.
Uno de los tres o cuatro personajes más grandiosos de la historia de la literatura.
Don Quijote, Sherlock Holmes y el marqués de Bradomín le pueden acompañar en el Olimpo.
Pues eso, completamente enamorado de la “Trilogía de los Mosqueteros”.
Todos para uno y uno para todos.