Publicado en El Norte de Castilla el 17 de junio de 2021
Casi en el mismo día se desata el horror. Y el asco. Aparecen dos menores asesinadas. Una en el fondo del mar. La otra descuartizada. Casi en el mismo día una joven es arrojada desde un balcón de Ibiza, Juana Rivas entra en la cárcel y ocho minutos de aplausos para Plácido Domingo. “Las mujeres solo denuncian por los dineros”, vocifera un cantaor. “No las volverás a ver”, amenaza el monstruo. El auto del juez es tajante. El asesino pensaba que las niñas jamás serían localizadas. Su único fin fue provocar en la madre el mayor dolor que pudo imaginar. Casi en el mismo día programas de televisión horrorizados con la noticia. En unas horas volverán a hablar de denuncias falsas y a blanquear la violencia machista. Casi en el mismo día miles de mensajes inundan las redes disculpando al asesino. Miserables que piden incluso cárcel para la madre, porque ella y las feminazis son las responsables del asesinato de las niñas. Casi en el mismo día. Y no me olvido de la pequeña Yaiza. Su madre la asesinó para hacer daño al padre. Por supuesto que hay mujeres monstruo. Pero no vamos a ser como aquel nazi que justificaba el holocausto porque también había judíos malos que asesinaban. “Más del 95% de los condenados por violencia en la pareja son hombres y hay gente que no quiere que se difunda y pretende invisibilizarlo”, dice el magistrado Joaquim Bosch. Lo sabe todo el mundo menos los que lo niegan. Y los que les votan. Demasiados monstruos negacionistas cómplices del terrorismo machista. La única solución es llenar las calles de Agustinas de Aragón. Están tardando.