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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

LAS DAMAS MATAN RIENDO

Un empresario poderoso, Ogden Carson, encarga al detective privado Fox Derek que siga a su mujer. Al detective le extraña el aspecto del empresario, pero acepta el trabajo. En el primer día de vigilancia, se da cuenta de que la mujer a la que sigue es su propia ex esposa, Gerta Heilan. Cuando contacta con ella, dispuesto a abandonar el trabajo, Gerta es asesinada con una flecha. Todas las sospechas recaen sobre él. La cosa se irá complicando: aparece Hedda, una hermana gemela de Gerta cuya existencia él desconocía, y el empresario Ogden Carson niega haberle contratado. Cuando Fox Derek se enfrenta cara a cara con Carson se da cuenta de que ha sido engañado y que alguien se hizo pasar por el empresario para encargarle vigilar a su ex (y, de paso, involucrarle en el crimen). No será el único asesinato. El actor que se hizo pasar por el empresario aparece también asesinado, así como un matón a sueldo de la familia Carson. Por si fuera poco, aparece el diario de Gerta en el que confiesa haber cometido un crimen. Para rematar la faena, el duro y cínico detective cae rendido a los encantos de la hermana gemela de su exesposa. ¿Qué esconde Hedda? ¿De quién es realmente el diario que ha aparecido? ¿Puede ser que el detective cínico y amargado haya caído dos veces en la trampa?: “Se había despedido de la mujer que amó durante unas semanas y se había enamorado de la misma imagen, con cabello negro”.

Extraordinaria novela negra de Debrigode, protagonizada por una prototípica femme fatale. Cuando Debrigode escribía sus maravillosas novelas de aventuras bajo el seudónimo de Arnaldo Visconti lo hacía con una prosa cuidadísima, florida, barroca, que a veces recordaba el magisterio de genios como Valle-Inclán. En realidad, toda su producción (con otros seudónimos) se caracterizaba por ese estilo exquisito y alambicado, verdadera rara avis en el mundo de la literatura de quiosco. Sin embargo, tras el deslumbramiento que le produjo la novela negra americana, Debrigode cambió radicalmente de registro. Firmó sus nuevas novelas (todas policíacas y de una calidad sobresaliente) bajo el seudónimo de Peter Debry y, sin él saberlo, inauguró la novela negra española, al menos en su vertiente hard-boiled (todo lo hard-boiled que podía permitir la censura española). El estilo barroco de antes se desnudó de tal forma que adquirió unos tintes casi telegráficos, adelantándose en cincuenta años a escritores como James Ellroy: “Dejó la cartera sobre la mesa. Fue a escuchar tras la puerta. No se oía nada. Salió cerrando la puerta en la que colgó el cartelito: “No llamen, por favor”. Serviría para unas horas. El vestíbulo estaba desierto. Se veía de espaldas en el despacho al recepcionista. Mordiendo el mango de un lápiz muy absorto. Crucigramista. Salió Derek a la calle. Parecía un transeúnte más. No un hombre que dejaba atrás un cadáver e iba en busca de su asesino”.

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Debrigode

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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