Artículo publicado en El Norte de Castilla el 28 de julio de 2022

Todos los fuegos el fuego. Todas las destrucciones la destrucción. Todas las infamias la infamia. Cortázar on fire (nunca mejor dicho). Arde Castilla y León, Zamora se consume y a 140 kilómetros despertamos con humo y olor a tierra quemada. Los equipos de extinción se quejan de falta de medios, de falta de previsión, de falta de comida. A un chef mediático le piden ayuda y su ONG aparece para darles de comer. Poco antes unos cuantos bomberos habían llegado, exhaustos, a un supermercado de Zamora para comprar algo de comida. Fue la cajera la que, por ayudar, les pagó de su bolsillo la compra. La caridad supliendo lo que debería ser proporcionado por el estado. Mientras el presidente de la Junta dice que las brigadas son un gasto innecesario, un hombre que intentaba hacer un cortafuegos con su tractor es engullido por el fuego y acaba en la Unidad de Quemados. Todo el mundo sabe que los incendios del verano se apagan en invierno. Sin embargo, un par de días después del devastador incendio de la Sierra de la Culebra se votó en el parlamento regional no aumentar la inversión en limpieza y en extinción de fuegos. No hace falta decir quién votó en contra. Votamos para volver a los años 40 y estamos en los años 40. A disfrutar de lo votado o lo abstenido. ¿Dar de comer a los bomberos? ¿Invertir en limpieza y extinción de fuegos? Si hay que invertir en algo que sea en algo importante como los toros. Aquí estamos para luchar contra comunistas, feministas o los de la memoria histórica, faltaría más. Para otro momento dejamos a los que insultan al chef José Andrés por acudir a la llamada de los bomberos. Como decía Sartre, a veces no hay necesidad de fuego, el infierno son los otros.