Publicado en El Norte de Castilla el 25 de agosto de 2022

Hay una foto que me han pasado que me tiene loco. No es de ahora, pero podría serlo. Corresponde a una actuación de Patti Smith en Alemania hace justo cuatro años, cuando invitó a subir al escenario a Joan Baez para cantar juntas el clásico de Bob Dylan “A Hard Rain’s A-Gonna Fall”, quizá la canción más influyente de toda una generación, de toda una época. Tras la actuación las dos mujeres se fundieron en un abrazo. Se emocionaron. Se les escapó alguna lágrima. Momento recogido por Carmen Brandt en una icónica y muy representativa foto del panorama actual. Las dos recordarían, sin duda, los sueños, las vivencias, las luchas que habían compartido. Recordarían Bangla Desh, el amor de Dylan, el Chelsea Hotel, las marchas por los derechos humanos. Y verían a su alrededor en qué se ha convertido el mundo. Un globo desinflado donde todos aquellos hippies se han convertido en yuppies. Un mundo cada vez más egoísta, deshumanizado y materialista. Un mundo en el que la extrema derecha avanza como un monstruo imparable blandiendo todas las ideas y políticas contra las que estas dos grandes damas lucharon toda su vida. ¿Qué queda ahora de todo aquello? Las dos heroínas que lucharon contra las injusticias y los prejuicios en todas sus formas se abrazan y lloran. Tropiezan en la ladera de doce montañas nebulosas, andan entre bosques tristes, oyen las canciones de un poeta que murió en la cuneta, escuchan llorar en el callejón a un payaso, ven a un bebé recién nacido con lobos salvajes alrededor. Si estaban así de deprimidas en el 2018 supongo que ahora estarán a punto de levantarse la tapa de los sesos. Y si dos supervivientes como ellas se cansan de luchar, ¿nos queda alguna esperanza?