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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

LA GUERRA DE LAS MUJERES

“La guerra de las mujeres” (1844) fue publicada por entregas en el diario La Patrie. Dumas, tuvo al parecer algunos problemas por retrasarse en la entrega de los capítulos, y acabó siendo llevado a los tribunales por el director del periódico. La espera, de todas formas, mereció la pena, porque “La guerra de las mujeres”, algo así como una versión femenina de “Los tres mosqueteros”. es una de sus novelas más memorables. La acción se sitúa en plena insurrección de la Fronda, (1648-1653) con el príncipe de Condé prisionero en Vincennes y las dos grandes mujeres, Ana de Austria y la princesa de Condé, dirigiendo los movimientos de tropas que las enfrentan. En ese decorado, dos mujeres, tal cual dos mosqueteras, se enfrentan con todas sus armas: su belleza, su gran capacidad para la intriga, su amor y sus celos, sin renegar del coraje ni de sus dotes militares. Una es Nanon de Lartigues, la astuta y encendida amante del duque d’Épernon, fiel a Ana de Austria y al cardenal Mazarino. La otra es la rubia y valerosa Claire de Cambes, que sostiene la rebelión de los príncipes de Condé con inteligencia y sagacidad. Estas dos mosqueteras con faldas, como se las ha llamado en algunas ocasiones, se convierten en eje de una narración que contiene los mismos ingredientes de “Los tres mosqueteros”: acción, intriga y rapidez descriptiva; aunque aquí el autor da alas de manera especial al tema amoroso, con su inevitable acompañamiento de celos y rivalidad femenina, pues las dos protagonistas se enamorarán del mismo hombre, el barón de Canolles, aguerrido soldado que cambia de bando por amor. Las aventuras de los tres personajes, y de las docenas de secundarios que les rodean (algunos sublimes, como el aventurero pícaro Cauvignac) se suceden a ritmo vertiginoso. Y es que Alejandro Dumas nunca decepciona. “La guerra de las mujeres” es ágil, entretenida, llena de aventuras, intrigas, romance, heroísmo y con un fondo histórico tan real como apasionante. En la trama, intrincada y llena de dobleces e intercambios, algunos personajes se disfrazan y otros suplantan a unos terceros, todo ello dentro de un juego fascinante en el que Dumas era un auténtico maestro. El resultado es una novela intensa, rigurosa y fascinante. Además de, repito, entretenidísima.

Dejo a continuación algunos fragmentos de la novela que escenifican el porqué del protagonismo de las mujeres durante la Fronda y el porqué de aquella llamada guerra de las mujeres:

 “Pero, si soy una mujer, ¿por qué me detenéis? / Toma, porque en los tiempos en que vivimos son las mujeres más perjudiciales que los hombres; así es que a nuestra guerra pudiera llamársele con propiedad la guerra de las mujeres. La reina y la señora de Condé son las dos potencias beligerantes… Un ejército que tiene por tenientes generales a la señorita de Chevreuse, la señora de Montabazon, la de Longueville y vos. La señorita de Chevreuse es el general del señor coadjutor; la señora de Montbazon lo es del señor de Beaufort; la señorita de Longueville es el general de Larouchefoucault y vos, vos que me parece que tenéis trazas de ser el general del duque de Épernon”.

“-¡Vosotros sois felices! En España las mujeres no se ocupan más que de dinero, coquetería y galanes, al paso que las de Francia no admiten ahora un amante sin haberle examinado antes sobre cuestión política; de tal modo -añadió con acento desesperado- que las citas amorosas se pasan hoy día tratando seriamente de asuntos del gobierno. / – Por eso -dijo el barón- la guerra que hoy hacemos se llama la guerra de las mujeres; lo que no deja de ser para nosotros lisonjero.”

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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