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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

CINE PARA LOS OÍDOS

Publicado en El Norte de Castilla el 14 de octubre de 2023

Son muchos los que dicen que del cerdo les gusta hasta los andares. Con Steven Wilson me pasa lo mismo, pues tras firmar más de medio centenar de discos en diferentes proyectos, todos ellos me parecen apasionantes. No-Man, Bass Communion, Storm Corrosion, Blackfield, I.E.M y, por supuesto, la banda de metal progresivo Porcupine Tree, quizá la mejor banda de los últimos 20/30 años. Ahora acaba de descolgarse con su séptimo disco firmado en solitario y nos ha volado literalmente la cabeza. “The Harmony Codex” es sugerente desde su portada. Una especie de cubo de Rubik deconstruido formado por diez bloques de colores apilados que simbolizan una escalera que va del cubo negro al cubo blanco, a la cima, a la luz, a la nada que quizá es la muerte, el viaje definitivo. Porque eso es el disco en esencia: un viaje sónico, un viaje a otra dimensión, una montaña rusa, un laberinto musical, una experiencia extrasensorial, una banda sonora celestial, un disco concebido como una sinfonía futurista que el propio SW ha descrito como cine para los oídos. Una obra total con arreglos atmosféricos, sonidos trepidantes, baladas con sintetizadores y niebla, ritmos electrónicos, pasajes instrumentales complejísimos, elementos industriales, acordes de guitarra góticos, riffs angulares y jazzísticos, inquietantes palabras habladas, líneas de bajo subsónicas, loops de batería y lánguidos pasajes a lo Pink Floyd. Un disco atravesado por sonidos electrónicos de enigmática atmósfera con espíritu ambient, toques de jazz espiritual y, por supuesto, el eterno rock progresivo que desde hace 30 años abandera SW. Un disco con canciones de diez minutos que son un auténtico milagro en una industria sustentada por canciones chicle, spotify y reguetón. Un trabajo de una valentía increíble que solo podía firmar el gurú del prog, un verdadero hechicero del sonido que lleva toda la vida experimentando con distintos géneros hasta llegar a lo que él ha llamado rock conceptual. No olvidemos que SW se crio desde muy pequeño escuchando los discos de Pink Floyd de su padre y los de Donna Summer de su madre (ojo, la Donna Summer de “Love to love you baby”, una sinfonía disco de 17 minutos, jadeos incluidos, un monumento setentero). A los puristas del rock progresivo clásico seguramente no les agrade mucho (ay, los puristas, esos tipos que llevaron a la hoguera a Dylan y a Miles), aunque el músico londinense, que es un genio que odia repetirse y al que le encanta experimentar con nuevos sonidos y nuevas técnicas de grabación, conserva un corazoncito leal con un tipo de rock basado en el concepto y en el LP entendido como un viaje musical. Este nuevo trabajo está basado en un cuento escrito por él mismo, una historia de ciencia ficción distópica que trata de dos niños que van a visitar a su padre a un edificio de oficinas. En ese preciso momento se desata un ataque terrorista y al intentar escapar, mientras el edificio colapsa, suben unas escaleras sin fin que nunca terminan. A partir de ese momento todo se vuelve extraño y los personajes de la historia no saben si lo que les está pasando es real o están dentro de un sueño. “Te he soñado o eres tú quien me sueña”. Todo muy borgiano. En fin, que “The Harmony Codex” suena como nada que SW haya hecho antes y, a la vez, suena como todo lo que ha hecho antes. Algo que, por supuesto, solo está al alcance de una cabeza privilegiada en la que caben miles de tipos de sonidos. Cierro los ojos y respiro, el mundo se derrumba, pero la poesía permanece. Y eso es “The Harmony Codex”: puritita poesía.

 

 

 

 

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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