“Un secreto se guarda mejor entre una multitud que en un desierto. Aquí nadie se fija en nada. No olvide eso”.

“A ciegas hacia la muerte” comienza con Clive Murdock reconociendo el cuerpo de una mujer en el depósito de cadáveres. La han disparado a corta distancia. Casi a quemarropa. Cuando llega a su casa se encuentra a la “muerta”. En realidad, es Hilde, que piensa que muy probablemente han matado a Nora, su hermana gemela, al confundirla con ella. Hilde le hace llegar un comunicado del FBI en el que su superior, Stevenson, cita a Clive para el día siguiente. Cuando se presenta en la cita, no le recibe Stevenson sino Mayle, de los Servicios Especiales de Seguridad de la Casa Blanca, quien le encarga un trabajo muy especial y peligroso, para el cual le suben en un coche con cristales tintados y le vendan los ojos con el fin de que no sepa a dónde le llevan. Por el camino escucha que pasan por una especie de lugar en fiestas, le llevan a una iglesia donde está ensayando un coro de niños y le hacen entrar finalmente en la cripta. Allí le quitan la venda y puede ver que sobre una gruesa mesa de mármol está el cadáver de una hermosa mujer. El de Nora. La han embalsamado. En ese momento le dicen a Clive en qué consiste su misión: tiene que sacar el cadáver del país, llevarlo a una determinada casa de París y hacerlo en el más absoluto de los secretos porque su vida corre peligro. En efecto, esa misma noche, cuando está en casa con Hilde, intentan matarlos a los dos. Sano y salvo se sube al avión con el ataúd y aterriza sin problemas en París. Allí le recibe, tal y como le había indicado Hilde, otro agente de nombre Dan. Es entonces cuando se les presenta un problema, ya que por culpa de una huelga del personal del aeropuerto de Orly no les pueden entregar el ataúd. La huelga se desconvoca en tres días. Un muy nervioso Dan le dice a Clive que su misión ha concluido y puede regresar a NY, donde intentan de nuevo asesinarlo. Clive descubre que un comando ruso anda tras él y empieza a sospechar que le han utilizado para sacar el cadáver del país. Pero, ¿por qué? Clive cree que dentro del cuerpo de Nora han introducido, mientras le hacían la autopsia, algo muy importante y grande. Clive intenta descubrir la iglesia y la cripta a donde le condujeron. Cuando llega a la que él cree, tras distintas deducciones e investigaciones, que puede ser la iglesia, le vuelven a tender una trampa de la que escapa ileso de milagro. En paralelo a todo ello, Clive visita casi todos los días a su amigo y excompañero Johnny, que permanece en la cama enfermo desde hace varias semanas. Está muy grave y parece que va a morir. Johnny está casado con Sonia, que también había pertenecido al FBI, y Clive descubre que Sonia lleva un tiempo envenenándole. Sin embargo, Johnny poco a poco parece recuperarse. Conocemos entonces que Clive, que se había percatado de lo que estaba sucediendo, se bebía a escondidas el vino que Sonia le preparaba con cianuro. Ese es el motivo por el que Clive estaba más débil y por el que no paraba de tomar vasos de leche… En fin, el final de fiesta no tiene desperdicio, con Clive, Johnny y Sonia llegando a la casa-cripta. Con Sonia jugando un papel desconcertante. Con la solución al papel que ha jugado en toda la historia Hilde. Y con la confirmación de que, efectivamente, alguien había querido utilizar a Clive Murdock para sacar de EEUU un paquete muy especial. Y hacerlo dentro del cuerpo de un cadáver. El de Nora. Otra maravilla de Silver Kane. ¿Qué más se puede decir? Sí, que habrá que seguir leyendo más novelas protagonizadas por Clive Murdock (16 llegó a escribir Silver Kane) + info en CLIVE MURDOCK, AL SERVICIO DE SILVER KANE.