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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

MANUSCRITO – 408

Publicado en El Norte de Castilla el 5 de abril de 2007.
Hace unos días se celebró el Día Mundial del Teatro y en todas las ciudades se organizaron actos para festejarlo. Sin llegar a los extremos de Madrid, con su castiza Noche de Max Estrella, sus múltiples actividades con representaciones de todo tipo, improvisaciones, ‘performances’ en las calles y plazas, sus ‘combates de teatro joven’, su pionera Noche de los Teatros o su tradicional y emotiva imposición de la bufanda a la estatua del gran Valle-Inclán en el céntrico Paseo de Recoletos, en Valladolid también hubo un pequeño homenaje al mundo del teatro y a las personas que hacen posible la magia de las bambalinas. Por eso, aunque yo estoy atravesado por cortocircuitos cinéfilos e hipnotizado desde pequeño por el imperio de las 24 imágenes por segundo, quise contribuir a la semana gloriosa del teatro asistiendo al último montaje parido por la compañía vallisoletana Rayuela. El originalísimo ‘Manuscrito-408’ es un espectáculo de carácter experimental muy difícil de clasificar, con sus calculadas dosis de comedia, de drama, de ‘thriller’, de musical e incluso de ensayo teatral. Un curioso cabaret cibernético que explora temas como el esoterismo, el mundo de internet y los chats, las leyendas urbanas o las conspiraciones. Y para ello se vale de un mágico espectáculo visual con multiproyecciones, transparencias, luces, sombras, máscaras, cámaras web en directo, telas sobre las que se reflejan diferentes focos de luz y unos cuantos ordenadores que convierten el espacio escénico en una verdadera máquina de soñar. La obra está inspirada en el famoso ‘Manuscrito Voynich’ (texto medieval encriptado de la Universidad de Yale que aún no ha podido ser descifrado) al que llega casualmente el protagonista de la obra, Jacobo Alonso. Constituye el inicio de un viaje por las cloacas de internet donde viven consumidores ávidos de fabricar misterios; yonquis de la curiosidad que sobreviven gracias al chute barato que les proporciona la fibra óptica; borrachos de hipertexto que navegan por el mar de las quimeras y por el país de nunca jamás y que se desviven por tropezarse con el hormigueo que precede al descubrimiento. Todos ellos viven, sobreviven y se desviven por exiliarse de la realidad y por buscarse mundos alternativos. Como nuestro héroe, alquimista de tatuajes sobre pieles muertas en su trabajo del Archivo, que no tardará en caer sepultado bajo una avalancha de información e, incapaz de discernir la realidad de las quimeras, perderá irremediablemente la razón. Jacobo Alonso se ha convertido en un Quijote cibernético, en el Quijote del siglo XXI. Los responsables de Rayuela han comentado que pretenden generar nuevos códigos para atraer a un nuevo público al teatro. Conmigo lo han conseguido. Tal vez a los puristas les parezca una ‘frivolité’. A mí, desde luego, ‘Manuscrito-408’ me parece fascinante. Y eso que, en algún momento, me ha hecho considerar la idea de que yo sea una especie de Jacobo Alonso: a mí también me persigue el Manuscrito Voynich. ¡Y el Necronomicón forma parte de mis sueños y pesadillas desde hace tres años! Sospecho que yo también soy un yonqui de la curiosidad, un loco deseoso de buscar nuevos misterios y conspiraciones, un trastornado por los juegos de preguntas sin respuestas. Que Lovecraft me pille confesado.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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