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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

LA GANSA BLANCA


El neoyorkino Paul Gallico comenzó como crítico de cine aunque muy pronto se convirtió en uno de los principales periodistas deportivos del país. Con el comienzo de la II Guerra Mundial pasó a ser corresponsal en Europa, donde estableció su residencia de forma definitiva. Había comenzado, además, a publicar cuentos en Vanity Fair y a trabajar como guionista de cine. Su mayor éxito literario fue “La aventura del Poseidón” aunque antes, en 1941, escaló la cumbre de la gloria literaria con su maravillosa nouvelle “La gansa blanca”, un bellísimo cuento de amor, amistad, superación y heroísmo escrito con una prosa sencilla y hermosamente lírica. La historia de Rhayader, un hombre de aspecto deforme (con una inmensa cabeza barbuda y peluda, un brazo en forma de garra y una gran joroba) que vive encerrado en un faro. Como la sociedad le rechaza y las mujeres huyen despavoridas a su paso, Rhayader pasa su tiempo cuidando de las aves y pintando la soledad y el olor frío cargado de sal, la eternidad de las criaturas salvajes y su vuelo al amanecer. Cierto día, una niña de 12 años y ojos violeta, Fritha, visita al ogro que vive en el faro. Lleva entre sus brazos un gran ganso con una pata y la punta de un ala rotas. Curan al ganso (al que bautizan como la princese perdue) y comienza una extraña historia de amistad entre ambos. Cuando la gansa blanca, junto al resto de aves, levanta el vuelo y marcha en junio, Fritha deja de acudir al faro. Sin embargo, un sueño de alas blancas y negras regresa en octubre. La princesse perdue ha vuelto… Rhayader avisa a Fritha y ella retorna al faro. Así, año tras año. Una de esas veces, Fritha llega convertida en una mujer. La princesse perdue, además, ha decidido no marcharse más y escoge libremente su hogar en el faro, junto a Rhayader y Fritha. Sin embargo, estamos en mitad de la II Guerra Mundial y Rhayader se dispone a acudir con su barca para rescatar a los soldados atrapados en Dunquerque a merced de la aviación alemana. La princesse perdue marcha con él para convertirse en un presagio divino: en el ángel de la suerte que muchos marinos tuvieron la fortuna de avistar. El resto forma parte de la leyenda y no lo vamos a descubrir aquí. El final, además, es realmente conmovedor e inolvidable. Demasiado triste y hermoso. “La gansa blanca” es una joya que se lee en treinta minutos (o, mejor aún, en los 43 minutos que dura el disco de Camel, banda sonora inexcusable) y que se recuerda toda la vida.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


abril 2007
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