“El Señor Zaire no era el mejor de los interlocutores. Le miré y sonreí. Seguramente sabía que le estaba mirando pero mantuvo su pose imperial. Daba miedo, con su sotana, su altura descomunal, su brillante piel de ébano. Era clavado al Muhammad Ali que tumbó a George Foreman en el conocido como “combate del siglo”. Curiosamente, el propio Blaise Zakuani me comentó en su día que él asistió a aquella pelea: iba en el vientre de su madre. Desde luego, el señor Zaire nació con los genes del indomable Ali”.
El murciélago y el infierno (pág.9), amazon.es