El enemigo público nro. 1501 comienza con un entierro multitudinario, el de Mae Silverton, la esposa de un líder de un movimiento político que, siguiendo las enseñanzas de Martin Luther King, preconiza la paz. Al día siguiente, un asesino a sueldo, John Ballister, mata a Samuel Silverton. Es detenido y pide como última voluntad el casarse con la viuda de un excompañero para que así ella pueda cobrar el seguro de vida. Sorprendentemente, el juez Muruber se lo concede. El mismo día de la boda la viuda y los agentes que retienen a Ballister intentan matarle. Ballister se salva de milagro y, mientras huye, comprende que mucha gente le desea muerto porque sabe demasiadas cosas. A su alrededor, empiezan a caer personas… Atentados, accidentes, bazokas, lanzallamas, todo vale con tal de verle muerto.
Como suele suceder con Siver Kane, nada es lo que parece. Pronto nos enteramos que Ballister es un agente secreto, alguien que sabe que se enfrenta a algo más que un grupo de asesinos. “Sabe que se enfrenta a un conglomerado de intereses financieros, políticos y hasta raciales que las doctrinas de Samuel Silverton y los hombres como él hacían tambalear. Sabe que los hombres que iban a cazarle no se detendrían ante nada, y que eran prácticamente invencibles porque tenían complicidades en la judicatura y en la propia policía”. Aun así, Ballister se arriesga y se pone a tiro de todos: “El muñeco de tiro al blanco ve, al menos, al que le está apuntando para disparar contra él”. Comprende enseguida que no es el enemigo público nro. 1501: “No, más bien tengo la sensación de que otros me ganan en este condenado país. No puedo tener un número tan bajo”.
Mucha violencia y buenas dosis de sexo (algo sorprendente si tenemos en cuenta la fecha de publicación de esta novela) más el sorprendente y atractivo retrato de un héroe típico en las novelas policiacas de Silver Kane, un hombre de americana deportiva y corbata con lunares rojos ante el que caen rendidas todas las mujeres (“No sé qué clase de hombre es un hombre como tú”). El enemigo público nro. 1501 nos enseña que las verdades del mundo sólo son unas pocas, que hay tipos a los que les gusta más matarte cuando estás sonriendo, que hay profesionales de la cama que se convierten, sin previo aviso, en profesionales del cementerio y que entre los policías y los verdugos a veces hay muy poca diferencia.
“Un caserón enorme, construido en piedra al menos un siglo antes: lo mismo podía albergar una biblioteca que un laboratorio siniestro donde se fabricaran vampiros. Pronto la muchacha se daría cuenta de que era una mezcla de las dos cosas”.