“Volvía a estar en la oscuridad. Escondido. Agazapado. Con los ojos rojos de ira. Con la certeza de que esa noche iba a acabar toda la pesadilla. Con la seguridad de que las risas de la pequeña Djénéba que llegaban desde el pasado iban a dejarme, por fin, sabor a chocolate”.
El murciélago y el infierno (pág.35), amazon.es