“El viejo tuvo dos hijos. Uno no fue bueno. Nunca lo fue, comentaba el amigo que acompañaba a Lin McAdam. Winchester 73 olía a tierra seca, a caballos, a pólvora, a los cactus del desierto. Olía, sobre todo, a mi infancia. De pequeño vi aquella película varias veces. Siempre solo. Mi madre había muerto, eso me dijeron. Mi padre nunca estaba. Tía Yaiza estaba todo el día trabajando. Y yo esperaba a James Stewart. Pero James Stewart nunca llegaba….”.
El murciélago y el infierno (pág.103), amazon.es